O hasta que empecé a leer por allí y sí me empezó a afectar; llegamos a uno de los recuerdos más importantes de mi infancia: Tom & Jerry.
Ver un gato perseguir un ratón sólo para ser arrollado, quemado, fracturado y todos los -ado posibles era algo que mi diafragma de seis años no podía tolerar y varias veces me llegué a atorar de la risa. Ay, la nostalgia. La animación de Tom & Jerry se puede dividir en tres eras: la de Hanna Barbera entre 1946 y 1958, la época de la que no hablamos (entre el '58 y el '62) y Warner Bros. desde 1963 hasta el '67. La época de Warner estuvo a cargo de un nombre legendario en animación: Chuck Jones, quien además fue director y animador principal de Wile E. Coyote and the Road Runner, otro favorito de mi infancia. No sé si haya alguna relación entre mi personalidad y que me gusten animaciones tan sádicas, lo dejo a discusión.
Sin embargo, junto a todas las risas que me dio Chuck Jones, él también es directo responsable de varios momentos homofóbicos y machistas en las Merrie Melodies. ¿Se acuerdan de esa vez que Bugs Bunny se vistió de mujer para engañar a Elmer el Cazador? ¿Se acuerdan de Pepé le Pew, el zorrillo que acosaba a una gata? Ahí empiezan los problemas. Es cierto que el humor era distinto en los 50-60s, que el lugar de las mujeres sí era la cocina y era lo correcto, pero también es innegable el rol social y educador que tienen las series animadas. En esos años los livings que tenían un televisor dependían de él como ventana al mundo. Los niños que crecieron junto a Merrie Melodies vieron allí lo que estaba bien, su visión de mundo se formó en base a esas risas.
Arriba pueden ver el cómic del 31 de Julio de 1968 de Peanuts [Clickear para leer en grande]. Ese cómic hizo historia. Los blancos no interactuaban con los negros y estaba mal que nos mezclásemos. No podíamos mostrarle eso a los niños porque pensarían que es normal compartir el mismo espacio; ellos son muy impresionables y no entenderían bien. A Charles Schulz le importó un carajo: creó a Franklin y lo puso al lado de Charlie Brown. Cartas al director, protestas al diario, amenazar con echar a Charles de la editorial y mil dramas más. Todo por mostrar un niño negro. Todo por decirle a sus niños lectores que ser negro está bien y no hay nada raro o jocoso en eso. Schulz entendió que Peanuts tenía un rol social y que su mensaje se leía por muchos.
Pero Chuck Jones no. Él pensó que es chistoso que un hombre se disfrace se mujer, y es aún más chistoso que otro hombre se enamore de un hombre vestido de mujer. En 2018 a eso se le llama "trapitos" en el anime, en los 60s era Bugs disfrazado. La mujer debía quedarse callada y sumisa y aguantar a un zorrillo acosarla eternamente. Cuando Van Partible creó Johnny Bravo en 2001, las mujeres respondían con un puñetazo ante al acoso; para Chuck sólo bastaba retirarse del zorrillo acosador y quedarse calladas.
Hanna Barbera y Warner también sabían que podían usar su animación para dar un mensaje, si sus personajes hasta tocaron la guerra para que los niños no se preocupasen tanto al ver a sus papás muriéndose en Normandía. ¿Por qué Chuck no la usó para algo más?
La respuesta de Warner es más o menos la que le doy a la pregunta inicial. Sí. Sí creo que se puede separar al autor de su obra. Sí creo que puedo cagarme de la risa con los episodios de Tom & Jerry creados por Chuck Jones, y sentir nostalgia al recordar las veces que se me dislocaba el diafragma riendo de cabro chico. Pero tampoco olvidar que Jones hizo esa parodia a los transgénero con Bugs Bunny, y su apología al acoso con Pepé Le Pew. Que Speedy Gonzales es una sátira tremenda hacia México creada por la misma mente tras Silvestre y Piolín. Etcétera. Sí creo que nosotros, personas que (ad)miramos la obra podemos disfrutarla, pero también es nuestro deber no hacernos los lesos con los puntos negativos que el autor tiene.
Saludos a CatDog.
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