Cuando la Y vence a la X

Según la Religión Católica, Dios creó al hombre a su imagen, semejanza y ocio; y luego a la mujer. Pero centrémonos en lo que está antes del punto y coma, la parte de "crear al hombre a su imagen y semejanza" (...y ocio, probablemente la parte más importante), como todos los machos de los animales sexuales, el de nuestra especie posee un artilugio por el que se han hecho y vivido infinidad de chistes, sátiras, momentos engorrosos, etc. Pero al final del día, es una de las cosas que nos define como el ente masculino ♂ de nuestra especie...ya saben, el pene. Hilarante sorpresa la mía en 2º medio cuando me enteré de que las mujeres también tienen capacidad eréctil, si bien mucho menos visible (...y, que se mantenga así), el clítoris también "despierta del letargo" en momentos que el pervertido cerebro ordena. "A las mujeres también se les para", fui feliz cuando supe eso.
Al grano, hace un tiempo hablé sobre el semi-traumante proceso en que tu inocente ser se entera que aquel apéndice colgante tiene otra función aparte de liberar aquella hinchazón de tu panza. Pero en honor a la inocencia que todos nuestros penes (o clítoris, depende el caso y/o intervención quirúrgica) aun conservan, me referiré a la función primera que le descubrimos. Y que, sin importar cuantas campañas de igualdad de género se hagan, resulta ser LA ventaja comparativa que nos coronará por los siglos de los siglos como los reyes en la ciencia de eliminar desechos del organismo. A diferencia del género complementario, sólo necesitamos dos cosas: un árbol y 20 segundos. Y aun mejor, podemos hacerlo sin ninguno de los dos. Es el arte, de mear parado.

Todo comienza en un viaje que con el Taller de Ajedrez realizamos al Gran Santiasco para una premiación sobre el deporte/ciencia (¿Qué hicimos? Ni idea, creo que era Premio Consuelo), a medida que nos acercamos al punto en cuestión (Estadio San Carlos de Apoquindo) reacciones metábolicas me envían el mensaje más claro y efectivo que el cuerpo te puede dar: tienes que vaciar la vejiga. Llegamos al sitio en cuestión, dos fotos protocolares, promotoras por ahí, una carpa por allá, y un gran terreno valdío al fondo. "Disculpe, ¿dónde está el baño?" "Por allá". El por allá nos llevó a unos 5 pelagatos con vejiga llena (o creo que eramos sólo 3 y los otros dos de vigías) por detrás de la carpa donde se realizaría el evento, ...buscando los condenados baños. Como buen chileno que era el guardia, sus indicaciones fueron de todo menos útiles, al final nos hallamos en el terreno valdío y la necesidad más importante del ser humano suplicando el realizarse. Luego de asegurarme de que no había más moros en la costa salvo los 4 que me acompañaban, mi honrable apéndice se exhibió al mundo y cual can cerca de la rueda de un auto, un arbusto fue receptor de mi urea. Cuento corto, uno de los tipos me acompañó en la sacra misión y al otro se le "fueron las ganas", al final del día (y la noche...la premiación duró harto) fui como tres veces al terreno valdío en cuestión, la última vez ni me preocupé de buscar vegetal.
Con aquella anécdota como introducción, pasaría a enumerar las incontables veces que en un apuro una pared, la esquina de una calle, un forraje o la misma nada fueron receptoras de urea, alcohol semidigerido y otros líquidos. En eventos masivos como conciertos, mientras la fila de ellas supera las tres decenas y tiene un desesperantemente lento avanzar, la de ellos tiene con suerte tres pelagatos y en menos de 45 segundos las caras de angustia pasan a ser un leve ceño fruncido porque el agua del lavamanos no funcionaba. Es una de esas ironías de la existencia urinaria, nuestro baño suele estar en condiciones algo más precarias. Quizá porque le dedicamos considerablemente menos tiempo y por ende sólo necesitamos un agujero. Es quizá la única ocasión en que el exhibir el honrable apéndice no es un acto homosexual [si bien el observar el orinador de otro durante tiempo igual o superior a un segundo es declaración automática], desde las tradicionales competencias de "quién lanza el chorro más lejos" hasta el simple acto de compartir el árbol, pared, basurero, esquina, etc. Incluso, se puede dar un fuerte mensaje político o ideológico al liberar el apéndice (y éste a su vez su contenido) sobre una bandera, un rostro impreso en un mural, u otro ser humano.

Si bien no hay lugar como el hogar (y eso aplica para las más básicas de las necesidades), a la hora de estar lejos de nuestras cuatro paredes, es cuando el liberar urea pasa a casi ser un estudio social. Estando ellas confinadas a un cubículo donde el nunca bien ponderado (pero siempre necesario) W.C las espera, el ente masculino de nuestra especie tiene diversas opciones a la hora de hacer lo suyo. Últimamente objetos como el de la izquierda se han hecho comunes en los Baños Públicos del universo conocido, que son básicamente una "copa" de cerámica con excedente de espacio para que la urea y su liberador no se sientan claustrofobiados. Aunque la altura a la que se encuentra la base es asunto complicado, si está muy abajo, puede salpicar más (ley de caída libre, a más altura, más velocidad), pero si está muy arriba las personas que no gozan de cierta altura, no podrán utilizarlo. Siempre hilarante pero tristemente cierto es este amigo mío que por ser peque, tenía que ir a los cubículos...incluso en el acto más democrático hay discriminación, ¿qué nos pasa como sociedad?

En este conocido programa de MTV, un rapero (cuyo talento siempre he cuestionado) le "enchula" los autos a gringos que manejan máquinas que da vergüenza sacar a la calle. En uno de los episodios, el conductor del programa (el rapero en cuestion) muestra a la cámara el artilugio que una conductora tenía en su vehículo, una estructura cónica que supuestamente se coloca debajo del organo reproductor femenino, se abren los esfínteres y el contenido se vacía en el cono, cuya cúspide es una pequeña manguera de largo no menor, la que culmina en el piso. En el manual de instrucciones (que iba en el costado del cono) decía algo como "agítese luego de usar". Aun no se qué da más risa, la cara con la que Xzibit pronunció esa frase, o la idea de imaginarme a alguna conocida efectivamente usando esa cosa para liberar su urea, ...para luego agitarlo cual gónada masculina. Quizá es una libertad tan excesa que hay quienes creen que todo ser humano debería poder disfrutarla. Por fortuna, no es así.

Siempre me ha hecho gracia que cuando libero urea en "espacios públicos" y hay un kiltro cerca, este siente la imperiosa necesidad de orinar JUSTO donde yo lo hice, como si con mi orina yo estuviese quitándole territorio. ¿Prueba de masculinidad quizá? Delimitar territorio a base de orina, si así funcionasen nuestras fronteras, tengo un terreno en el nuevo y el viejo continente, viva yo.


Saludos al perro que por decirle "Hola Perro" me siguió como dos cuadras hoy.