martes, 20 de octubre de 2009

Las Hormigas en el Piso

Lo admito, no lo niego ni lo oculto: estoy pajeado. Las razones son largas de explicar y simples de entender, así que quizá lo haga. La profesora de Química me está jodiendo con una nota, le robaron un iPod a una finesa que está de intercambio en el IRA, y el 90% del colegio se enteró del suceso (no es para menos), y...tengo alucinaciones. ¡¡Yahoo!!
Y tuve un sueño bastante extraño (interesante y genial, pero raro) que me está más o menos confirmando que tengo problemas sicológicos. Pero esa es otra historia. Aun así, la alucinación si es contable. Érase una vez, sábado 17 de Octubre de 2009, a las 18.00 u hora cercana, tranquilamente me dispongo a bajar al 1er piso de mi residencia, cuando en la ventana no veo a nadie más que Victor Jara sonriendome. Cuando mi cerebro razona un "...¿qué rayos fue eso?" y veo nuevamente, me doy cuenta que no hay nadie. Luego, bajo las escaleras y:
- Marcia....tengo alucinaciones...
- ¿Por qué?
- Acabo de ver a Victor Jara en la ventana.
- ¡¡¡¡¿Qué?!!!!
Así que...dado mi desgano y no mucho interés en narrar las historias de mi psiquis (aunque lo haré...porque queda poquito, muy poquito) , he aquí mi última creación literaria narrativa, un cuento que tuvo buenas críticas entre sus lectores; con ustedes Las Hormigas en el Piso:

Era un día radiante, de esos que dices “qué día más radiante”. Ninguna nube en el cielo, muchas sonrisas en los rostros de todos. Alumnos, padres, invitados, profesores, todos reunidos para el gran día. Era curioso, especialmente para los jóvenes, el verse a sí mismos con un elegante terno y aroma perfumado, cuando hace apenas 7 días estaban totalmente ebrios, vomitando quién sabe qué sustancias, besando a ya ni saben quién, y disfrutando una fiesta que muy pocos estaban en estado de recordar. Y claro, una fiesta de graduación en la universidad no es algo no digno de celebrar…y en grande.
Para Julio no era la excepción, aunque en casi todo otro sentido él lo era.
De notas (por decirlo humildemente) sobresalientes, y un perfil ideal para el médico que en pocas horas más oficialmente se convertiría. Hace más de una década que la lucha por su sueño comenzó, como muchos de sus compañeros, leyendo, viendo gente muerta en los museos, gente loca en las calles, o simplemente el movimiento de un atleta al dar un salto alto. Y es que todo está ahí arriba, desde los movimientos del brazo de Da Vinci, hasta la libido de Freud, pasando por el amor ágape de Sócrates y el “haced esto en memoria mía” de un autor desconocido. Toda la historia del ser humano ha sido escrita en aquella pequeña masa gris, y eso a Julio le había fascinado desde hace…tiempo. Y por fin, en un ínfimo par de horas, recibiría un cartón que le daría el título de ser un erudito en aquél órgano.
En el ínter tanto, estaba él junto a sus muy orgullosos padres, cada cierto tiempo saludando a un amigo que pasaba, y en un tono muy burlón diciendo:

- Cuando tenga un problema con mi hígado te iré a ver, me harás descuento por colegas… ¿no?
- Jaja, claro Julio. Y cuando mis pacientes me saquen de quicio será tu trabajo ayudarme.

- Puedo recomendarte las mejores drogas del mercado. Y las que no…ya sabes dónde las conseguimos.

- ¡Ese es un secreto de estado! - Dijo él al notar que el papá de Julio puso una mirada no muy agradable. Y en ese radiante día, digno de decir “Qué día más radiante”, no eran pocos los profesores y administrativos que se querían acercar a Julio a saludar al alumno estrella, cómo habrá sido que hasta el propio rector de aquella prestigiosa universidad se acercó a estrechar su mano.

- Doctor Julio, cuando el Alzheimer comience a afectarme, confiaré plenamente en usted

- ¡Pero claro señor! – Respondió él con la misma sonrisa- Conozco un asilo de ancianos que le irá de maravilla. Hace poco conversaba con mi papá de mandarlo a él para allá el próximo año…usted entiende.
Risas de cuestionable sinceridad fueron lo siguiente que se oyó tanto por el máximo del establecimiento como por los padres de Julio. Y así…avanzaron esas ínfimas horas. El honor de nuestro alumno estrella no era menor, sería el encargado de iniciar el discurso durante la ceremonia. Y con palabras que hasta conmovieron al más senil de los pedagogos la entrega de cartones comenzó.
…Y, terminó. Luego de una larga sesión de fotos en que Julio posó con sus padres, profesores, amigos, novia, e incluso el auxiliar y la señora que atendía el casino, desapareció.
- Voy al baño, los veo luego. – Fueron las palabras con las que se mezcló con la multitud.
Llegó a los casilleros donde tenía todas sus pertenencias. Realizó un ritual de dudoso significado en que dejó su gorra de egresado en un improvisado altar, sobre todos los libros de biología, citología, anatomía, y algunos cuyo nombre costaba pronunciar. Con el mismo quirúrgico cuidado que le otorgó nota máxima en más de una ocasión, sacó una bolsita negra de entre medio de todo aquel papel. Si bien la bolsa era opaca, no cabía duda de qué artilugio había en su interior. Sacó este inconfundible objeto en forma de L de su envoltorio, lo puso con paternal cuidado en su bolsillo, al igual que un pequeño paquete que hacía un curioso ruido al moverlo. En un segundo ritual de igualmente dudoso significado, cerró la puerta de su casillero y se dirigió a la sala de anatomía.
Estaba todo, evidentemente, vacío. Fuera del alumno estrella de la facultad, que se sentaba, como siempre, en el primer asiento, frente a la pizarra. Luego del crujir de la silla, lo que siguió no fue más que un silencio que al propio espacio exterior le costaría conseguir. De su bolsillo sacó este oscuro aparato en forma de L, lo colocó sobre la mesa, en conjunto a la caja de igual color. Mientras las miraba, recordó cómo consiguió aquello. No fue fácil de convencer a su papá, pero en los tiempos de hoy es necesario un modo de defensa, y claro…Julio jamás haría una locura con ella. Colocó sus manos sobre la cara, y comenzó, nuevamente…a repasar qué haría a continuación, por qué lo haría, y si estaba totalmente seguro.
Esto último, era lo único definitivo. En el tema físico, estaba todo claro: el tronco cerebral, encargado de los latidos del corazón, la inhalación y exhalación, y otras funciones que sencillamente no vienen a cuento. Poquito más atrás y siguiendo el ángulo previsto, el cerebelo, muchas veces apodado “el árbol de la vida”, encargado de la coordinación motora y el movimiento, interfiere en acciones relacionadas con el lenguaje y la música, y una no despreciable cantidad de vasos sanguíneos. Todo eso es algo que Julio tenía muy claro, pero eso es algo físico. La razón principal de por qué haría lo que haría va mucho más allá.

Con una sonrisa digna de campaña de ayuda a África, comenzó a recordar todo en esta última década y más. Aquella cena navideña con su abuela 4 meses antes que partiera a…otro lado. Ese primer beso con su novia, esa primera vez que la tuvo desnuda frente a él, esa discusión con su papá porque él quería que fuera un ingeniero y Julio insistía en estudiar la psiquis humana, imaginarán quién ganó la discusión. Esa fiesta con sus compañeros que nadie logra recordar qué pasó, ese delgado cilindro de marihuana que tantas sensaciones extrañas le trajo, esa gira de estudios a Buenos Aires, esa vez que salvó a un perro que casi muere atropellado…

Cuando Julio quitó las manos de su cara notó unas cinco hormigas mordisqueando las migajas de quién sabe qué. Nunca se había preocupado de averiguar si las hormigas tienen o no oídos, pero suponiendo que sí, las hormigas en el piso serían las únicas en oír sus siguientes palabras.

- Y es que, ya viví lo que tenía que vivir. No quiero dejar de vivir para comenzar a meramente existir. Sueldo, edad, degeneración del cuerpo, jubilación, impuestos, isapres…ah! Tanto se ha esforzado la humanidad para hacer de este mundo una porquería, se nos quita la vida y se nos rebaja a una simple y vegetativa existencia, claro…nuestra especie fanática de la supervivencia sencillamente no podrá entender esto. Ustedes viven mucho menos que nosotros, así que no se preocupan realmente de eso, ¿cierto señoritas?
Claro, las hormigas le iban a responder, unas levantaron las antenas, como si aquellas vibraciones acústicas causadas por un animal millones de veces más grande que ellas les llamaran la atención. Así, las hormigas en el piso dejaron aquella migaja y se dispusieron a oír la historia que Julio les contaba. Pasaron un par de minutos en que estos bichitos aparentaban atención, cuando Julio finalmente quedó en silencio. Y toda la sala quedó nuevamente en aquella quietud que al espacio exterior le costaría lograr.
- Mejor es…dejar de existir, para nunca dejar de vivir.

En silencio se acercó a la pizarra, tomó un trozo de tiza y escribió un mensaje para las hormigas, pareció que el final era lo más importante, porque pasó un buen par de segundos con la tiza sobre el lugar que finalmente ocupó el punto final de la oración. Terminado esto, volvió a su pupitre, y comenzó el último ritual. Lo que según muchos es la máxima obra de arte. Con la precisión digna del médico que era, Julio colocó la caja que emitía ruidos, dentro del negro objeto que con atención miró durante tanto rato.

- ¿Para qué necesitaré siete, si una es suficiente?
Colocó el cañón dentro de su boca, le tomó su tiempo conseguir el ángulo ideal, esos 35º que en tantos libros y horas de práctica buscó. Dispuso el mango hacia abajo, con ambos pulgares sobre el gatillo. Durante unos últimos segundos titubeó, simplemente para decidir si cerraba los ojos o los mantenía abiertos. Las hormigas en el piso, en un invisible código, le parecieron decir que los tuviese abiertos. Sus pulgares acariciaron el gatillo unos momentos, y finalmente…hicieron presión sobre éste.



Un auxiliar en el piso de abajo, fue el primero en oír el disparo. Corrió hacia la sala de anatomía y, junto al humo e inconfundible olor a pólvora, tuvo la (para él) macabra visión de Julio rodeado de un líquido rojo. Se acercó a intentar socorrerlo, evidentemente en vano. Mientras el auxiliar golpeaba el pecho de Julio, como lo indicaba el manual de primeros auxilios, notaba como en estos eternos milisegundos la vida de Julio se iba, pero a su vez…una sonrisa en su rostro se hacía cada vez más marcada. Habrán pasado doce segundos cuando más gente, incluyendo los padres del recién egresado, entraron a la sala y vieron la atroz escena. Llantos y una impresión gigante inundaron esas cuatro paredes, mientras la sirena de la ambulancia ya se oía a lo lejos. Nadie, salvo una persona, notó las últimas palabras de Julio. Su novia, por quién sabe qué razón, miró hacia la pizarra, donde la extraña frase “Todo en todos es Todo lo que somos.” estaba escrita, el punto final tenía una evidente sobrecarga de tiza, como si quisiese dar a entender que esa es la última verdad. Bajó la mirada y notó las hormigas en el piso, que arrancaban despavoridas ante todo el ruido, “¿qué les habrá dicho?” pensaba. Volteó para mirar a su difunto novio, y en una casi inaudible voz pronunció:
- ¿Qué les habrás querido decir?




Saludos a Krist Novoselic

6 comentarios:

  1. Me sigue gustando, lo leí ¬¬ ... pta, tay cagao', eso.

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  2. Desde el principio hasta la imagen... Lei tu cuento con una sonrisa. Simplemente me causo gracia cada frase. Realmente escribes muy bien.

    Lo que vino despues de la imagen de los arboles me causo una sensacion rara. Me dolio el estomago. Me recordo a Khanate ahhahaha.

    Exelente como siempre, Javier... No puedo decir mas sobre el asunto. Prefiero darte una opinion mas contundente y ciertas dudas por msn.

    Y realmente me cage de la riso por lo del Ipod, una gran verguenza. La tipa no querra visitar sudamerica de nuevo. =)

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  3. Ya lo había leído y como dije la ultima vez, Influencia de Cobain notable. Es bello.

    Víctor Jara? Dios mío, qué cosas tienes en la cabeza, Kanto....

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  4. Aun me rio por lo de Victor Jara....y yo que pensaba que era lo suficientemente loco (xD)

    Sobre tu cuento...realmente tiene ese toque "Godoy" de principio a fin, esa sensacion de al leer pensar "este wn de mierda wn".

    Pero aún asi, y como lo escribieron en otro comentario, mi sonrisa estuvo durante toda la lectura, posiblemente porque sabia que lo habias escrito tu.

    Cuidado con los musicos.....

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  5. No puedo decir mucho... está bien esta cosa

    Me deja unas cosas en qué pensar...

    Y lo de Víctor Jara... yo he visto cosas también por ahí

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  6. Javi.

    Vaya, hace mucho que no leía una historia tuya... se me es muy agradable hacerlo, creo que lo sabes.

    Uhm, no se porque, pero siempre que leo algo escrito por ti... termino con una sonrisa en el rosto, raro no?

    En fin, buen trabajo... y muy friki eso de que viste a Jara por la ventana! vaya jjaja!

    Cuidate Javier ^^

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