domingo, 16 de octubre de 2011

Qué pena tu...película

Advertencia: Lo siguiente que se está a punto de leer no corresponde a una crítica filmográfica. Es más que nada un desahogo verborreico (como una vez pasada [en que debo reconocer que me sentí aliviado luego de hacerla, hehe]) que mezcla sarcasmos, argumentos a medio desarrollar y lo de siempre: yo escribiendo acá.

Entrando en materia y, aprovechando que ya no es Septiembre (porque como alguna vez habré dicho y se que ustedes lo olvidaron así que lo diré de nuevo: odio hablar de épocas del año cuando estamos en esa época [ej: Navidad en Diciembre] porque siento que contribuyo al "ambiente"), hablaremos de una de las cosas de nuestro lindo país a la que soy más reticente. Y no, no es al gobierno. Bueno, también, pero otra. Y la historia versa básicamente así:

Como todo buen desconectado de la actualidad artística, de que Justin Bieber viene a Chile, que la Javiera Mena actuó en España, que Kiltro se pasmó como una de las pioneras cintas de "acción" Made In Shile, etc ni me entero del 99,9% de las películas que llegan a los cines chilenos (salvo Twilight, Harry Potter y Avatar que eran IMPOSIBLES no enterarse). Es ahí cuando el bombardeo icónico-visual-norecuerdolaotra de la publicidad del Metro de Santiasco terminó por convencerme de que la película Qué Pena Tu Vida (y su secuela ahora en cartelera: Qué Pena Tu Boda) ó tenía que ser buena, ó tiene un publicista muy bueno. Y toda película chilena que, se note que no habla ni de Pinochet ni la dictadura, merece mi atención. No, no tengo nada en contra de la temática "recordemos a través del arte uno de los períodos más cruentos de nuestra historia porque no la podemos olvidar *inserte dramatismo acá*", pero joder...tú director recién egresado: ¿Realmente crees que podrás cautivar al público del mismo modo que lo hizo Machuca? Si piensas que no, entonces desecha tu guión, porque en ese caso te compararán (para mal) con la cinta del 2004. Lo mismo le pasará a cualquier gringo que intente hacer algo con Omaha Beach (o cualquier película bélica la verdad) en que el fantasma del Soldado Ryan aparecerá en el inconciente del espectador. Me fui por las ramas. Luego de Promedio Rojo y Chile Puede, tenía que darle la oportunidad a este cine no-setentaytres. Taringa hizo todo el trabajo sucio, y pronto tuve una versión de 700 Mbs de la aclamada película de ya no recuerdo el nombre del director (sé que el mismo de Promedio Rojo).

[Alerta de Spoiler] Básicamente nos adentramos en la vida de un veinteañero que comparte mi mismo nombre (...mierda), el cual no ha tenido gran éxito con el sexo opuesto, es un director de una importante compañía publicitaria, tiene un departamento para él solito en el barrio alto de la capital chilena y, todas esas cosas cool que hace que la gente veinteañera sea cool. Va a fiestas cool, tiene un auto para el solito. Tiene cuenta en Twitter, Facebook, Tumblr, Google+, YouTube y probablemente hasta en PornoChile. La imagen que puse al ladito no es mera coincidencia, me costó no pensar en Javier como un "Efrén con conexión banda ancha y menos sexo en su kilometraje". Chico conoce chica. Chico se enamora. Chica no está convencida. Historia cursi a lo novela gringa (en que probablemente actúa Zooey Deschanel como chica naif, ingenua y tierna, casi con mentalidad infatil), muchas cosas tiernas, fotos, risas, abrazos, poco sexo...más sentimiento y demás. Chica se convence. Relación seria. La magia se acaba. Javier resulta ser un idiota egocéntrico que no se preocupa de su novia. Chica termina. Chico devastado. Sí, hasta ahora es la misma tontera que Juventud en Extásis. El vórtice para mi tocayo no se acaba. Pierde el trabajo, por su ira pierde otra oportunidad laboral. Pierde la casa, se mete con malas juntas, un gag raro por acá, un chiste sexual por allá. La amiga de Javier comienza a hartarse de que sea tan...pelotudo.

...La amiga. Creo que necesita algo más de explicación esta tipa, especialmente porque (nuevamente) se parece mucho a su versión juventudenextasiana. La amiga, que lo conoce desde épocas colegiales, siempre estuvo allí para ser su cable a tierra, aconsejarle qué hacer y qué no decir, etc. para evitar que la actitud de "soy un director en una importante compañía publicitaria, tengo auto y departamento" de mierda se le suba a la cabeza al protagonista. Cuando el vórtice comienza, ella está ahí para aconsejarlo y pedirle/rogarle/refregarle que aterrice, que la vida continúa, etc. El tipo no logra captar las sutilezas de la amiga y finalmente la relación de ellos se rompe cuando la actitud *inserte acá la actitud ya descrita* de Javier termina por agotar la paciencia de hasta su mejor amiga. Momento de redención a lo Efrén en Juventud en Extásis. Llanto, desolación, tocar fondo, música a cargo de no se qué banda sonora, etc. Le va a pedir perdón a la chica por haber sido un idiota con ella, la chica se pone a llorar, abrazos. Él se va. Le pide perdón a su amiga por haber sido un tarado. Ella acepta las disculpas. Javier se da cuenta de que durante todo este tiempo tuvo a su amada siempre al lado suyo: su amiga. Y ahí es cuando (por fin) aparecen los créditos, yo voy al baño a vaciar la vejiga y elimino Qué Pena Tu Vida de mi computador.

...Ñeh, ahora me doy cuenta de que es la misma tontera que Juventud en Extásis, salvo que no viene el sermón medieval de enfermedades venéreas, sexo prematrimonial, religión y monogamia. El problema con esta película no es sólo que no me hayase gustado, que me apestó y que ya he gastado hartos bytes peleando con ciertos personajes que no hace mucho conozco (¿Yo discutiendo con alguien apenas nos decimos los nombres? Sí, es inusual...lo sé), es que ya hay gente que la enaltece como una de las mejores producciones fílmicas de Chile. La cinta es vaga. No hay desarrollo de personajes pero éstos interactúan como si nada y, luego de cagarle la vida al protagonista, aparecen 20 minutos después en el clásico "Qué chico el mundo". Entiendo que no se pierda tiempo en explicar los traumas de la niñez de cada tipo en pantalla porque la película es de comedia. Entonces de qué va todo el rollo pseudo-moralista de que al egocéntrico la suerte le da la espalda durante el 70% de la película. Eso no da risa. Y la guinda de la torta: la amiga es la amiga, la que estuvo ahí siempre para ayudarlo a volver a tierra, la que tenía su propia vida y no giraba en torno al protagonista...¿Entonces cómo es que terminó en una cursi escena dándole un beso al egocéntrico sobre un puente? Final apurado que finalizó la misión de matar la película (casi como el final de Amélie que se encargó de arruinar los notables 115 minutos anteriores). Porque si quieres hacer algo bien, no lo hagas apurado. Es la lección que las tragicomedias de la vida real en este país nos han enseñado. Porque si el tipo es un director de una importante empresa publicitaria y se gastó 12 millones de pesos en dos días, tiene un auto de colección, un departamento en el barrio alto, un evidente problema de temperamento...por qué no fue al sicólogo, por qué no maquinó algo burocrático para no perderlo todo, por qué no fue un imbécil si, para tener el cargo que tenía, no lo era. O quizá sí era un imbécil y por eso pasó todo lo que le pasó. ¿Entonces era necesario alargar una historia más de una hora para dar la moraleja "Si piensas demasiado en ti mismo, el resto del universo te hará mierda"? Más que nada la misma tontera que Juventud en Extásis: ¿Era necesario alargar el libro hasta el absurdo y una trama irrealmente idiota para decir "por algo tenemos sentimientos, la vida no es sólo sexo"?


No sé, quizá sencillamente no tengo la visión de mundo (y la volá rara) de la película. O mi hipster interior me prohíbe gustarme películas de moda. A la mierda, castigaré mis neuronas y veré Koyaanisqatsi (de nuevo).


Saludos a Arnold, Gerald, Helga, Harold, Eugene, Rhonda, Phoebe, Lyla, el Hombre Paloma, el Chico del Pórtico, el Sr. Simmons, el Vendedor de Helados, Ernie, el Sr. Huynh, Mantecado y los muchos personajes de esa mítica serie gringa que este mes cumplió quince años.