No, el título no es una metáfora. Voy a hablar de Amsterdam, una ciudad silenciosa.
El año pasado estuve en la capital de Países Bajos, ciudad conocida por sus canales, sus tulipanes, sus molinos, su marihuana, y su barrio rojo. No fui por ninguno de esos motivos, pero sí vi un par de tulipanes; no eran gratis como los de Las Condes eso sí. Lo que sí hice fue caminar bastante por el casco histórico de la ciudad, un poco para captar la vibe de esta famosa urbe europea. Fans de este blog (?) recordarán cuando escribí sobre Praha en República Checa y que lo sentí un museo al aire libre en el peor sentido de la palabra. Con Amsterdam me pasó algo ligeramente similar, y eso voy a narrar en los próximos párrafos. Y tranquilos, que esto no se convertirá en un blog de viajes, nunca tan pedante.
La primera mañana salí de mi Airbnb, caminé al metro y un par de minutos después estaba en Waterlooplein, casi casi en el centro de la ciudad. Eran las 9 am de un sábado, y paseo entre los barrios neerlandeses esos. Veo que hay tiendas que dicen COFFEE en inglés y otras KOFFIE en neerlandés. Usar una u otra no es para agarrar turistas, es que el "coffee" son las tiendas donde venden marihuana y productos derivados de ella, y el "koffie" lo que te imaginas cuando dices "¿vamos por un café?". En las koffie había gente tomando desayuno, en las coffee habían turistas afuera vomitando porque les dio la pálida. Já, débiles.
Según Google Maps caminé poco en términos de distancia, pero a mí se me hizo harto más. No porque estuviese cansado, sino porque cada 10 metros había una esquina y se abría un pasaje más allá, otro coffee con un tipo sufriendo la pálida (no es mi culpa ser morboso), o una ciclovía que daba una vuelta rara para meterse a no sé dónde. El punto es que uno no se aburre deambulando por Amsterdam.
El centro de Amsterdam es feo, pero fueron inteligentes: todas las atracciones turísticas, coffees, baratijas y souvenirs, guías y packs de turismo, prostitutas del barrio rojo, y restaurants a sobreprecio están en dos o tres calles principales. Me pasó su par de veces que llegué a una calle como la que mencioné recién, aparecía un pasaje medio lúgubre como el de la foto de arriba, me metía, y a la calle siguiente había una verdulería, una panadería y tres tipos conversando tranquilos en un koffie. La densidad de esta ciudad es notable. Asusta un poco, pero no deja de sorprender que 15 o 20 metros sean suficientes para cambiar tanto el carácter del barrio donde estás. Si hasta hay canales piola y otros que se nota que están hechos para turistas, con sus casas pareadas más adornadas, con gente paseando en balsa, y demás. También ayudó harto que yo evité el palacio real, el museo NEMO, el museo del sexo y otros puntos turísticos, así que di vueltas alrededor de calles cuyos nombres no sabía pronunciar.
Ay sí, soy tan hipster que yo no hago lo que hacen todos los turistas.
En mi tercer día en Países Bajos, pululé por la estación central, y apliqué mi técnica de buscar una calle secundaria para arrancar de los turistas. Y no sólo funcionó, sino que experimenté lo que inspiró esta entrada: la calle Vinkenstraat.
Vinkenstraat es lo menos remarcable de Amsterdam. Es sólo una común y corriente calle residencial: Tiene sus casitas de 3-4 pisos, su vereda, un lugar para estacionar autos, una única vía para que vehículos en ambas direcciones transiten, la vereda de al frente, y otras casitas de 3-4 pisos al otro lado. Había gente andando en bicicleta cargando verduras, desde la ventana veía personas haciendo home office o haciéndole cariño al gato, una señora bajando las bolsas del auto, y demás.
Y estaba en total silencio.
En las esquinas veía la calle paralela de donde vine, con su gente caminando, sus locales comerciales, sus coffee y koffie, haciendo ruido y tal, y después volvía a la muda Vinkenstraat. Ahí me acordé del youtuber Not Just Bikes y su clásico "cities aren't loud, cars are loud" y sí. Él tiene razón. Todos los decibeles de Amsterdam vienen de calles grandes y espaciosas con alto tráfico vehicular, y los turistas gravitan hacia allá. Y en las calles y canales que tienden a ser más calladas porque el tráfico está limitado o eliminado, también la gente que camina/pedalea es más callada. No es que sean robots inexpresivos, para nada. Habían niños jugando, habían escuelas básicas, la señora que le dijo "oe baja la carne del auto" a su hijo (o sea, yo creo que dijo eso. No hablo ese idioma) y demás, pero Amsterdam cuando no estás en una avenida principal es una ciudad silenciosa.
Llego a una plazoleta de bolsillo en Vinkenstraat, y véanla ustedes mismos en Google Street View. Es la más común, corriente y mundana plaza urbana. Al frente mío habían unos niños hablando en ese idioma raro que tienen, y salvo ese sonido, no había nada más. No había sonido basal, no estaban esos 40 dB basales que existen en toda zona urbana porque así es la vida urbana.
Pequeño paréntesis físico: un susurro tiene más o menos 20 dB, una conversación entre dos personas unos 60 dB, un auto a un metro de distancia 70 dB. La escala de decibeles es exponencial, no lineal. En las lineales algo que está a 50 metros de distancia, está diez metros más lejos que algo que está a 40 metros, y veinte metros más que algo que esté a 30 metros. En la escala de decibeles, un auto es 10 veces más ruidoso que dos personas hablando, y esas personas son 100 veces más ruidosas que los 40 dB basales de una zona urbana. Esas personas hablando a 60 dB son 10,000 veces más ruidosas que alguien susurrando. Sí, el sonido es complicado. Ahora cállense. Fin del paréntesis.
Seguí caminando, me metí a un parque, crucé un canal y llegué a un conjunto habitacional en Waterwijk. De nuevo, este era un espacio 100% peatonizado. Habían autos estacionados, una de estas vans de delivery, pero la gran mayoría andaba a pie, paseando a su perro, en bici o haciendo otra actividad a puro pulso. Y de nuevo ahí estaba: el silencio. Habían antejardines y gente regándolos, había gente sacudiendo las alfombras desde la ventana, pero todo lo demás era puro silencio. Habré caminado no menos de 15 minutos en que nunca interactué con una calle en el sentido más tradicional de la palabra: ningún paso de cebra, ningún semáforo, ni siquiera una ciclovía. Sólo había un pavimento rojo por el que pasábamos todos los que queríamos transitar por Waterwijk.
Quizás alguien se descarte rápido y diga "ah es que es su cultura" y no. Tengo bastante claro el conflicto que tenemos en Santiago con la población venezolana, y los decibeles que trajeron consigo. Pero el sonido de los parlantes es un ruido puntual y focalizado, no es el sonido de una ciudad. En muy puntuales ocasiones las personas podemos de verdad aumentar los decibeles de una ciudad (piensen en Argentina cuando ganaron el mundial, o el sismo de 2.3 grados que causaron fans de Taylor Swift en Seattle), en la gigantesca mayoría de las veces son nuestras máquinas. Parlantes sí, pero también los motores. Los más de 6 millones de autos que hay en Santiago.
Ni idea qué tan desagradable sea manejar en el centro de Amsterdam, pero la realidad para ellos es clara: llegar de A hacia B es más rápido, barato, y conveniente en transporte público o moviéndote tú. Y el resultado fue visible para mí: en todos lados habían bicicletas. Si hasta un wn casi me atropella porque según él yo estaba en ciclovía (mentira, estábamos en vía compartida. Feo qlo).
Y cuando la ciudad no se dedica a calles anchas para autos ni estacionamientos, la puedes usar en cosas más útiles como...la ciudad. Más negocios locales, más emprendimientos, más edificios residenciales, más parques, más todo. La diferencia entre Amsterdam y Santiago no es cultural, es que ellos decidieron planificar su ciudad en torno a los humanos que la habitan, no los autos. Y en el proceso, crearon una ciudad silenciosa.
Saludos a la gente que estaba haciendo una manifestación pro-Palestina frente al palacio de gobierno.
[Nota del autor: cómo Amsterdam pasó de tener un desarrollo autocéntrico en los 70s a ser la capital occidental del ciclismo es harto más largo, engorroso y político, pero ya hay harto texto en internet respecto a eso]
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