Se dice que esta lejana tierra, alguna vez estaba sumida en un caos. Tres diosas bajaron al mundo y le dieron un orden y un sentido. Uno, con sus flamantes brazos irradiantes de fuerza, creó la tierra; otro, en su gran sabiduría, creó un orden en que las cosas caen por su peso, abajo está el suelo, y sobre él el vasto firmamento. Finalmente, la diosa del coraje llenó esa tierra de formas de vida, desde pequeñas plantitas hasta grandes animales. Luego de su sacra misión, las diosas se elevaron en el cielo y se unieron formando el triángulo sagrado que sellaría su poder. Aquella tierra, experimentó siglos y siglos de paz y prosperidad, hasta que un maligno proveniente del desierto, amenazó con perturbar esta paz. Traicionó al monarca de esta tierra para intentar hacerse con el triángulo sagrado de poder divino, y una vez completada aquella vil misión, el mundo se vio cubierto por oscuras nubes que tapaban la luz, y todo se convirtió en un páramo de monstruos y tinieblas.
Cuando la gente ya había perdido la esperanza, una luz proveniente del bosque, encarnada en un joven héroe y su espada, desafió al poder maligno. Finalmente y, con la ayuda de los Seis Sabios encargados de proteger el triángulo sagrado, lograron sellar la maldad de este ser demoniaco y el mundo recobró la paz. La gente quiso celebrar al héroe que salvó a esa tierra, ...pero él desapareció al poco tiempo. La historia de su hazaña fue contada a través de las décadas y, al pasar los siglos, lentamente se convirtió en leyenda. La leyenda del héroe del bosque, y la leyenda del poder maligno del desierto, que nunca regresaría.
...Pero un fatídico día, regresó. La gente creyó que el mítico héroe regresaría también para salvarlos, esperaron y esperaron, pero él no apareció. El maligno ganó total control de aquella tierra. Los habitantes, desesperados, sólo podían rezarle a los dioses por un milagro. Desde el cielo, agua comenzó a caer inundando los campos. La lluvía se extendió por días, semanas, meses y años. Las fuerzas del ente demoniaco fueron ahogadas, pero también la tierra que la gente habitaba. Para cuando la lluvia cesó, el mundo entero, alguna vez lleno de valles, bosques, praderas y montañas, era sólo un gran y gigantesco océano,
el que la gente llamó "El Gran Mar". Sobre su superficie, un grupo de islas (alguna vez, las montañas más altas de la tierra sumergida) eran la única tierra firme que se ve en kilometros y kilometros de agua. En una de esas islas, la Outset Island, existe la tradición que cuando los niños cumplen la edad del mítico héroe que alguna vez salvó esa tierra, los jóvenes usan su vestimenta verde, portan el escudo que dicen él usó, y la gente realiza una especie de carnaval para conmemorarlo. Una mañana como cualquiera, un infante de la isla llamado Link es despertado por su hermana, la cual feliz le dice que ya cumplió la edad del héroe legendario. Pero no todo será color de rosa en el día de su cumpleaños, cuando un ave gigante llega a la isla, un barco pirata persiguiendola, y su hermana siendo secuestrada.A muy grandes rasgos (quizá me emocioné en algunas partes) es la historia tras The Legend Of Zelda: The Wind Waker. Dirán ustedes...bue, es otro juego en que Link se debe enfrentar a Ganondorf, a mediados del juego él se entera que posee la trifuerza del coraje, Ganon la del poder y Zelda en algún punto aparece con la de la sabiduría. Pensé lo mismo, pero estuve equivocado. Lo que me llamó poderosamente la atención del W.W (tanto como para escribirlo en este entry) es el Gran Mar. El 95% de la trama de tooo[...]oodos los juegos de zelda ocurren en tierra firme, Link debe vagar/cabalgar por la tierra de Hyrule cumpliendo sus objetivos, hay grandes prados, acantilados, montañas, etc. En el Wind Waker, sólo ese gran océano, por el cual Link debe navegar. Las habilidades de natación de Link son mínimas, por lo que su barco (The Lion King) es vital para surcar las aguas, buscar tesoros sumergidos, explorar islas (supuestamente) deshabitadas y vencer por centésima vez a Ganondorf.
Con esa marina introducción, paso a entrar en materia. Alguna vez este blog prescenció mi verborrea hacia la peor pieza literaria que jamás he leído, ya saben...ese libro horrendo que leí en filosofía, ahora hago algo similar, pero versión opuesta. Un libro cuya forma es enormemente vaga, como un vasto y plano océano, pero el fondo me dejó pensando. El Viejo Y El Mar narra la historia de un anciano Santiago, un pesquero cubano que ha tenido una pésima racha últimamente, decide un día salir con su barquito hacia lo profundo, donde la mayoría de los pescadores no van. En un momento en que la isla de Cuba es apenas una silueta en el horizonte (como las islas del Gran Mar) algo pica el anzuelo. Y es un gran algo. El pez tira el anzuelo por kilometros, alejándolo aún más de la costa, allí Santiago nota que tiene una pequeña carencia de recursos, sin soltar ni por un segundo el sedal que tenía agarrado al pez, intenta no desfallecer a base de pequeños peces que captura en el intertanto, una botella de agua que le dura más de 48 hrs, una mano acalambrada, y la fatiga suya, del barco, y del pez. Luego de casi 72 hrs en el barco y sin divisar señal de vida ni de tierra, el pez se eleva a la superficie, mostrándose a sí mismo. Resulta ser un
enorme pez espada, que tirará por un buen rato, rato en el que Santiago crea una curiosa relación de casi amistad con este pez. No es el ego de atrapar un gran pez, la avaricia de venderlo o el urgimiento por estar a decenas de km. de tierra firme. Es simplemente el pez, y el pescador. El hombre termina venciendo a la bestia, luego de un gran forcejeo en que el espada casi vuelca el bote, Santiago logra arponearlo en el corazón. Una vez muerto, el olor a sangre atrae el máximo predador de los océanos. Santiago intenta volver a Cuba lo más rápido posible, pero no puede huirle a hordas de tiburones que desean arrancar un bocado al espada. El pescador no cesa de luchar y arponea a casi una decena (si no más) de selacimorfos. Ya cuando Cuba está a pocos kilometros, un tiburón se encarga de arrancar un triunfal pedazo del dorso del pez espada, Santiago sólo puede ver cómo el noble animal con quien compartió y compitió días enteros no es más que la espada de su cabeza y un poco del espinazo. Cuando llega a la costa, simplemente se va a dormir. ¿Frustrado? ¿Deprimido? Para nada. Fue el pez, y el pescador...y es todo lo que le importa.En la tierra firme se habla de vanagloriarse, de bienes materiales, de profesión, de ser alguien, de hacerse un futuro, de proyectar la familia, de vivir en un buen barrio, manejar un auto, aprender dos idiomas, de ser útil (¿) para la sociedad. Allá en el mar, el Caribe o el Gran Mar, es navegar pacifícamente, preocupandote poco del mañana, yendo a donde un pez o el mismo viento te lleven, si ninguno de los dos te guían, hacer tu propio camino a través de la eterna mancha azul. Termino citando a Christopher McCandless (o Alexander Supertramp, como lo prefieran ustedes):
¡¡Tienes que volver al mundo!! Salir de esa solitaria casa, ese taller tuyo. ¡¡Sal a la interperie!! ¡En serio! ¡¡¡¡¡Vas a vivir una larga vida Ron!!!!! ¡¡Deberías hacer un cambio radical en tu estilo de vida!! Quiero decir, el núcleo del espíritu del ser humano viene de las nuevas experiencias.
Saludos a Medli.
