En las etapas de crecimiento de las personas, una de las más conflictivas es la adolescencia. Los jóvenes tienden a manejarse bajo su propia ley y eso les trae problemas con los adultos, que les dicen “no hagan esto, eviten hacer eso”.
En la adolescencia, también se suele tener un sentimiento de “ser invencibles”, sentir que todo lo malo que puede pasar, enfermedades, accidentes, etc. No les ocurrirá a ellos. De allí que muchos, por ejemplo, tengan relaciones sexuales sin protección, y de ahí se contagien de alguna enfermedad venérea. Las estadísticas muestran que el mayor porcentaje de infectados de SIDA van entre los 17 y 24 años, la mayoría presa del pensamiento de “a mí no me pasará”, quizá por una rebelión hacia los adultos y las campañas “uso de preservativo” que promueven, o por el deseo de arriesgarse y estar al límite.
Otra de las cosas que los jóvenes hacen en este pensamiento de “a mí no me pasará” es, por ejemplo, el uso de drogas. Si bien una gran cantidad de personas de todas las edades fuma tabaco o pipa, en la adolescencia nace la curiosidad por probar cosas “prohibidas” como lo son la cocaína o la marihuana, lo cual puede derivar en adicción. Desde estas drogas “suaves” se puede saltar a LCD, heroína, crack, éxtasis, ente otras; básicamente es autodestruirse el cuerpo, aun cuando se invierte tiempo y esfuerzo en campañas anti-drogas para evitar que se caiga en esto, los adolescentes siguen mezclando más y más sustancias para ver qué efecto es el más duradero o intenso, sin importarles su propia salud.
El alcohol puede generar adicción en todas las personas, pero en la gran parte de los casos su consumo comenzó a temprana edad, en la adolescencia. Al igual que en los dos ejemplos anteriores, el deseo de probar cada vez sensaciones más y más fuertes y elevar la dosis, deja jóvenes cada vez más ebrios con cantidades más peligrosas de alcohol. Al estar ebrio, uno pierde el control de si mismo y la noción de la realidad o el peligro, y aunque es muy difundido el dicho “Si vas a manejar, pasa las llaves” no son pocas las personas que manejan en estado de ebriedad, a veces con fatales consecuencias.
¿De dónde salen esas ganas de arriesgarse y esa sensación de ser invencibles? En su infancia fueron protegidos por los padres, vivieron en un ambiente seguro y conocido; pero al llegar la adolescencia y sentir ese quiebre con el mundo adulto, también viene el deseo de probar o experimentar todo aquello que en la infancia se les negó o no se habló. Entonces algunos quieren probar el cigarro, otros el alcohol, otros algunos tipos de droga, y otros inician en una vida sexual sin la debida protección. Pero al mismo tiempo la sensación de “protección” está, aunque ahora no son los padres, es el adolescente que dice “saber qué está haciendo” y que puede cuidarse solo, aun cuando manejando a 120 km/hr en estado de ebriedad lo que menos tenga es conciencia de si mismo.
¿Qué se podría hacer para revertir este problema? No sirve prohibir, lo prohibido genera aun más curiosidad, y es justamente una curiosidad mal enfocada lo que crea el problema. Restringir o prohibir causaría más daño que beneficio. En otro caso, el dejar que ellos mismos se den cuenta de que están actuando mal, podría ser demasiado tarde, y terminemos con otro joven más en un centro de rehabilitación o peor.
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Si se lo preguntan, sí...puse enters de más para hacer parecer el texto un poco más gordo, funcionó en todo caso. Y recuerden...no es necesario estar de acuerdo con algo (o incluso, opinar sobre algo) para escribir plana y media de estupidez verborreica al respecto, ...si los políticos pueden, yo también.
Saludos a Barack Obama, que estoy seguro habrá hecho esto más de una vez.
Muy bueno, muy bueno...
ResponderEliminarAhora escríbelo a tu manera, Kanto (?)
Como alguien que disfruta escribir y debatir: Vaya mierda de ensayo... Entiendo que te diera verguenza.
ResponderEliminarprimero pensaba qe eras un nerd :B . . . luego me quite esa imagen tuya . . . . . ahora dudo de mi decision (?)
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