lunes, 17 de julio de 2023

Otros 10 discos que me gustaron de los 2010s

Hace demasiado tiempo atrás escribí la primera edición de "10 discos que me gustaron de los 2010s" con 10 trabajos que me gustaron de la década pasada. Me gustó la idea de hablar de la década en su conjunto porque (1) no había ningún orden, (2) no hay presión por lo mejor del año ni lanzamientos futuros porque por definición es en el pasado, y (3) si mañana descubro un nuevo disco del 2017 que me guste mucho, no habrá crimen en ponerlo acá.

Por si a alguien le interesa, aquí está la primera versión donde hablé de 10 discos. Ahora hablaré de otros 10 discos, por eso el título. E intenté que fuesen diez bandas distintas a la vez anterior, así pueden descubrir alguna otra cosita que les tinque.

 

Grouplove - Never Trust A Happy Song (2011)

Géneros: Alternative Rock, Pop-Rock, Mover-La-Patita-rock

Hay un meme entre mis amistades que yo siempre escucho música maníaco-depresiva, y que nunca hay que dejarme de DJ. Y si bien hay algo de cierto en eso, también es muy cierto que Grouplove es absolutamente no eso. Dale treinta segundos a la primera canción, "Ichin' On A Photograph" y entenderás lo que digo. Estos tipos hacen música feliz y te dejan feliz.

No sé si alcance a ser música fiestera, entendiendo "fiesta" como esa cosa repugnante que hacen ustedes los extrovertidos. Pero sí puede mover la patita con canciones como la ya mencionada obertura "Itchin' On A Photograph", la gritona "Colours", o la que intenta ser un poco más melancólica "Cruel And Beautiful World". La palabra clave es que intenta ser un poco más melancólica, porque si bien ya para ese punto del álbum te acostumbraste a los gritos histriónicos de Chris Zucconi y Hannah Hooper, en esta canción tienen un tinte menos saltarín que en otros cortes.

Con seis discos bajo el brazo, Grouplove ha hecho hartas cosas en su trayectoria. Y siento que aquí, en su disco debut, es cuando más espontaneidad e improvisación tuvieron. Y lo digo en el mejor sentido: acá agarraron las guitarras, se pusieron a saltar por el estudio y a hacer canciones sobre pasarla bien.

Aquí "Itchin' On A Photograph" en YouTube y Spotify.


잠비나이 - 온다 (2019)

Géneros: post-rock, post-metal, folk

Cuesta describir el trabajo de 잠비나이 (Jambinai). Podría decirles que es una mezcla de instrumentos rock, con métricas y dinámicas propias del post-rock, e incorporando instrumentos típicos koreanos. Sin embargo, aunque sea la verdad, siento que eso es deshonesto con los discos que hace Jambinai.

"온다" ("ONDA" ["Venir"]) comienza con un piri (una flauta tradicional koreana), y lentamente un haegeum (instrumento de cuerdas de la familia del violín) y un geomungo (tipo de cítara) van sumándose. Y en sus iteraciones y lento crescendo, te van demostrando que esto de folk y "world music" tiene muy poco. Esto es rock por todos lados.

La guitarra se suma y la composición va tomando forma, pero esa introducción con instrumentos koreanos no queda como un mero extra mientras el rock hace lo suyo. El haegeum sólo tiene dos cuerdas pero Kim Bo-Mi impone respeto durante los 50 minutos de ONDA, a ella nadie le quita el protagonismo. No sé si es el modo particular de Sim Eun-Yong de tocar el geomungo o si ese instrumento sonará así, pero esas cuerdas son tan secas y rápidas que a veces ni necesitas batería para sentir el peso de la canción. Y cuando no está tocando el piri, Lee Il-Woo tiene las manos libres para la guitarra y la boca libre para una voz que también impone su presencia.

Acá "검은 빛은 붉은 빛으로" ("Sol. Lágrimas. Rojo") en YouTube y Spotify.

(Gracias Talía por las traducciones)


Chico Bestia - Nuestros Días De Invierno (2018)

Géneros: Shoegaze, emo

Conocí a estos muchachos provenientes de Valparaíso cuando telonearon a Cloud Nothings el 2019. Aunque los estilos no sean los más parecidos, la música guitarra-céntrica y canciones con muchos pedales son bien amigos y calzaron bien ambas bandas.

El "Intro" de dos minutos da toda la impresión que esto será un disco shoegaze como tantos otros han pasado, haciendo que el inicio de "El Último Recuerdo de este Invierno" sea aún más gratificante cuando los bpm aumentan drásticamente, y la voz de Sebastián Weitz no está ni ahí con ser recatado ni ahogarse en paredes de sonido (...como le gusta al shoegaze).

Uno podría hacer un chiste barato referenciando el nombre de la banda (que imagino es por el personaje de DC Comics), donde esos cambios de velocidades, protagonismos de instrumentos, voces, coros y pedales son tan impredecibles, cuasi espontáneos, como el superhéroe. No sé en verdad, yo sólo vi Teen Titans. Pero que "Nuestros Días de Invierno" tiene bastantes cambios de velocidad, de intención, y de energía, es cierto. Y esas canciones instrumentales en la segunda mitad del disco son tremendas también. "Re" y "Eterno Suspiro" merecen atención.

Aquí "El Último Recuerdo de este Invierno" en YouTube y Spotify.


Blue Sky Black Death - Noir (2011)

Géneros: Abstract hip-hop, lo-fi

El abstract hip-hop es uno de esos muchos que pululan en la lista "géneros musicales de los que no tengo idea". No sé qué es lo que pretende lograr: ¿Calma? ¿Ser la base para alguna canción hip-hop que sí tenga letra? ¿Trascender el alma y el cuerpo a una existencia superior? No lo sé. Sólo sé que "Noir" suena muy bien.

El disco está plagado de voces y versos que están tan comprimidos y distorsionados que llegan a ser indistinguibles del resto de los muchos teclados, violines y percusiones que también pueden perfectamente ser sólo samples del computador donde "Noir" fue compuesto. Y que no se malinterprete porque no los estoy ninguneando para nada. El trabajo de Blue Sky Black Death es impecable y es perfecto para quedarse pegado mirando el techo y preguntarse si los techos tienen alma.

Casi parece que tuviesen una estructura de estrofa-coro como una canción normal, y que todo se resuelve hacia el final. Casi. Porque está todo tan diluido, comprimido, sintético y abstracto que...aaaaah, por eso se llama abstract hip-hop.

Aquí "And Stars, Ringed" en YouTube y Spotify.


Radio Supernova - Tähtiin (2019)

Géneros: shoegaze

Siguiendo con los discos debut, "Tähtiin" es el primer larga duración de este quinteto finlandés, cuyo estilo musical lo definen como "Mansegaze", haciendo un juego de palabras que no entiendo porque claramente yo no hablo finés. Y no quiero ser majadero con que son de Finlandia en cuanto el idioma en el que cantan es parte esencial de sus canciones. Pero sí reconozcamos que el no entender lo que dice Inkeri Riikonen ayuda a sentir su voz como un instrumento más que se mezcla con los muchos otros instrumentos y efectos.

Mientras otras bandas optan por conectar todos sus instrumentos en una gran pared de sonido, destaco que la producción de Radio es sorprendentemente limpia. Sí, hay harto pedal y distorsión en las guitarras, pero si te concentras e imaginas dónde está el bajo en "Seinät" y "Sykli", puedes perfectamente encontrarlo y seguirlo. Y te puedes imaginar al bajista moviendo la cabeza al son de la canción porque energía tienen de sobra estos temas.

Sin embargo, estos nórdicos también son mentirosos. "Tellus" parece una lenta balada para bajar revoluciones, y justo cuando estás acurrucándote te lanzan hacia todos lados con sus riffs y que la voz agarró fuerza de quién sabe dónde.

Aquí "Sykli" en YouTube y Spotify.


Kent - Då Som Nu För Alltid (2016)

Géneros: Alternative-Rock, Pop-Rock, Farvel-rock

Mucho disco debut, ahora pasamos a un disco final. Que el tema final se llame "Den Sista Sången" ("La Última Canción") dice todo lo que tiene que decir esta banda sueca en su epílogo. No, pero digamos algo más. Sí pienso que las canciones de "Antes Como Ahora Para Siempre" tienen valía propia más allá de ser el fin de una banda con 20y algo años de trayectoria.

A veces rozan el pop e incluso el electropop, quizás algún DJ sueco puso uno de estos temas en alguna fiesta clandestina en un sótano. Y con "Andromeda" y "Förlåtelsen" hay guitarras, teclados y elementos más del rock alternativo Radiohead/Coldplay de los 90s que podría funcionar en la Arena Tele2 de Stockholm (wink wink). Acá no estaban experimentando, acá de verdad hicieron un last hurrah.

No sé si es la propia estructura del sueco o la costumbre de oír a Joakim Berg con las canciones más tristes de la discografía de Kent, pero por muy feliz que sea "Andromeda" y "Gigi", siempre hay un deje de tristeza e introspección en su voz. Para fans del rock británico, siento que Stereophonics y Starsailor podrían ser buenas analogías a lo que este trabajo logró hacer.

Aquí "Förlåtelsen" en YouTube y Spotify.


Dënver - Fuera de Campo (2013)

Géneros: Synth-Pop, Indie.

Pensar que estuve en el lanzamiento de este disco, y en un par de meses estaré en el aniversario de los 10 años. Las influencias ochenteras siempre fueron notorias en Dënver, y las reseñas de ese entonces también elogiaban que el disco se sentía super retro y super fresco simultáneamente.

Y esa dualidad me gusta mucho. "Revista de Gimnasia", el single por excelencia, con sus synths super bailables (...hasta yo me moví con ellos, confieso) y sus estrofas bastante más mellow que hacen alto contrapeso a los momentos más altos del tema. La lentísima y melancólica "Medio Mal" que es la antípoda musicalmente y en su posición en el disco a "Profundidad de Campo" y sus alegres synths y violines ad infinitum.

"El Árbol Magnético Ataca Por Sorpresa" es mi salsa con su interludio musical en el centro de la canción, y los instrumentos apareciendo y desapareciendo como si la canción tuviese conciencia propia. Habrán quienes alaban el trabajo previo de Dënver, pero para mí es "Fuera de Campo" el álbum más sólido que armaron. 

Aquí "Profundidad de campo" en YouTube y Spotify.


MONEY - The Shadow of Heaven (2013)

Géneros: Dream pop, baroque pop.

Me dio risa revisar reseñas de ese entonces respecto a este disco. Hay toda un aura alrededor de Jamie Lee, su voz y las primeras presentaciones bares británicos de mala muerte que finalmente nos dieron este debut de MONEY (sí, estilizado en mayúsculas) hace diez años.

"The Shadow of Heaven" responde la pregunta: ¿Qué pasaría si el dream pop...soñara? Porque es un disco tan onírico, con pasajes instrumentales tan etéreos y suaves, con la voz de Lee haciendo tantos efectos sobre sí mismo, que es fácil imaginarse este disco como un sueño.

Odio cuando las reseñas tiran adjetivos porque sí para parecer más cultos y letrados. Pero "Hold Me Forever" fluye como una delgada cortina traslúcida siendo agitada por una ventana semiabierta. Y el video musical protagonizando bailarinas de ballet y sus posturas reafirma esa imagen.

El silencio también es un instrumento en este disco. "Goodnight London" es sólo piano y Jamie haciendo falsettos a capella. Por todo lo que sé, "Goodnight London" pudo haber sido una canción completamente a capella pero Jamie optó por tener las manos haciendo algo mientras se mandaba los versos más tristes y desolados de todo el disco.

Aquí "Hold Me Forever" en YouTube y Spotify.


Prince Daddy & The Hyena - Cosmic Thrill Seekers (2019)

Géneros: Emo, pop-punk

Los gritos catárquicos de Linkin Park, y From First To Last dominaron mis playlists en mi adolescencia de los 2000s. Y ahora en la adultez, no culpo a nadie por pensar que el emo desapareció y que muchas de esas bandas sólo fueron una fase por la que tuvimos que pasar. Aún escucho My Chemical Romance, pero también admito que hay que tener agallas para oír A Static Lullaby en 2023 de maneras no irónicas.

Prince Daddy & The Hyena y este disco fueron mi puerta de entrada a muchas otras bandas post-2010 y lo que ha ocurrido con el emo y post-hardcore. Y hay bastante que disfrutar aquí. Partamos con que la ecualización es bastante buena y se escuchan los instrumentos. Hay gritos en "I Lost My Life" y "Dialogue", pero también hay bastantes melodías en "Lauren (Track 2)" y "Cosmic Thrill Seeking Forever". Y entre todo eso hay catarsis respecto a la ansiedad, angustia, auto-medicarse, no hallarse, muchas hipérboles y demás. Si igual es un disco emo.

Por un lado, el emo ha tomado caminos más "serios" y recatados con The World Is A Beautiful Place & I'm No Longer Afraid To Die y Oso Oso. Por otro, tienes a Prince Daddy que tienen a "American Idiot" (2004) y "Welcome To The Black Parade" (2005) como sus biblias, y que cualquier persona que disfrute las partes más histriónicas de esos álbumes aquí podría hallar algo también. 

Aquí "Lauren (Track 2)" en YouTube y Spotify.


Aural Method - Slumber, Savage Beasts (2013)

Géneros: Ambient, post-rock

Yacentes, salvajes bestias.

En el solitario bosque invernal

Profundo aliento tu coro

(Traducción muy libre)

Esos tres versos forman el haiku que inspira el segundo disco del proyecto Aural Method, cada uno de esos versos siendo el nombre de una canción. Esto fue una sesión en vivo de guitarra, bajo y batería, y en post-producción se agregaron otros efectos como violines y teclados. El resultado es imaginarme un oso caminando taciturno por un páramo invernal mientras la nieve le cubre su grueso pelaje, y le vemos el vapor saliendo de su oronda exhalación. También podría decirles que es una mezcla muy linda entre canciones lentas y laxas, y momentos que parecen ser el sucesor espiritual de discos de Sigur Rós. Sin embargo, la imagen mental del osito me gusta más, y creo que describe mejor esos momentos en varias partes del haiku donde la batería y guitarra suenan pesadas. No en el sentido que sea black-metal, sino que te imaginas el peso de esos instrumentos como si fuera un oso kodiak de 500 kg.

Lo principal del disco ocurre en las canciones de esos tres versos. Además, el disco trae dos pausas: "(Caesura 1)" y "(Caesura 2)", donde el oso se detiene y huele el aire, se rasca en un tronco, qué sé yo. Pausas muy necesarias porque siento que a pesar de ser lento y calmo, no tener ningún crescendo como lo tendría Jambinai ni falsettos locos a la Sigur Rós, "Slumber, Savage Beasts" logra mantener tensión y atención. Podría dar otra analogía hacia úrsidos e inviernos, pero eso significaría volver a quedarme pegado mirando la ventana intentando explicar qué se siente oír este disco.

Aquí "Slumber, Savage Beasts" en YouTube y Spotify.

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Como dije esa primera vez, no tengo idea cuál será el futuro de DAeD, Discos que Amé esta Década, pero sí creo que podría hacer una tercera edición. A propósito evité bandas japonesas para ver si podía disimular lo otaku.

Saludos a Charles Schulz.

miércoles, 28 de junio de 2023

Viajé 17,000 km para un concierto

Es loco esto de la música en vivo. Mucho podrá gustar y mucho hypea cuando un artista que me gusta anuncia visita en Chile, pero también sé que hay bandas que nunca veré. Freddie Mercury ya había muerto cuando yo tuve uso de razón, Nirvana nunca vino a Chile, Astro'n'out nunca hará una gira fuera de Europa, etcétera. Y por esas cosas del algoritmo, conozco varias bandas japonesas que me gustan muchísimo y que sé también nunca voy a ver porque estamos a la concha de la lora de Tokyo. Uno ve esas bandas activas en redes sociales, sacando anuncios y publicando discos. Y le doy like y comparto las noticias porque sé que el algoritmo funciona así, a pesar de no poder ir a los conciertos y que hallar los discos en occidente es un culazo. Porque uno quiere ser buen fan. Sin embargo, este año ocurrieron una serie de eventos bastante locos que llevaron a que rompiese ese mantra: logré ver una banda japonesa allá mismo en Tokyo. Y de eso voy a hablar en esta entrada.

[Nota del autor: Obviamente como es una banda japonesa hay un montón de cosas en japonés, pondré las traducciones cuando sea pertinente]

Desde el 2008 que mi cuenta en last.FM registra cada canción que escucho, y espués de todo este tiempo ese algoritmo me conoce muy bien. Y de shoegaze a J-rock y J-shoegaze el salto es bastante fácil. Todo comenzó con Supercar a mediados de los 2010s y de ahí el algoritmo ha traído hartas bandas que hoy son pieza recurrente de mis playlists

Uno de esos días de marzo 2019, aparece esta banda llamada The Novembers con su (en ese entonces) reciente disco Angels. Escuché dos temas guachos y me gustaron. Decidí escuchar el disco previo Hallelujah (2016) y ahí nació el amor. Otra banda japonesa más para la colección, pensé ingenuamente. Pero entre Rhapsody In Beauty (2014), Hallelujah, y Angels, The Novembers comenzó a escalar en las estadísticas de mi last.FM. Lo resumo así: el 2019 fueron la banda nueva que más escuché con 330 reproducciones, y al día de hoy son la 19° banda que más he escuchado en mi vida. Déjenme decir eso de nuevo: en el registro que tengo de todo lo que he oído los últimos 15 años, una banda que conocí hace apenas cuatro años atrás está en el puesto N°19.

El punto es que me gustan harto.

¿Cómo definir The Novembers para aquel que nunca los ha escuchado? Sus inicios están marcados por guitarras altern-rock (a la Sonic Youth) y la voz bastante potente de Yusuke Koyabashi, y de a poco le han puesto más pedales y distorsión a las guitarras, acercándose a veces al shoegaze de Ride y My Bloody Valentine. En sus últimos álbumes han hecho una transición a elementos electrónicos no muy distinta a lo que Muse hizo en los 2010s. Esas son mis referencias occidentales, estoy seguro que de saber más de música japonesa podría citar lo que pasaba en Japón en los 2000s y antes, pero pucha quién en occidente entiende si hablo de Supercar, Number Girl y Mass of Fermenting Dregs.

Volviendo a lo que nos convoca: The Novembers como buena japonesa ha hecho giras y presentaciones en Japón casi exclusivamente. Si han hecho alguna exploración en Indonesia y China hasta ahí llegan. Nunca han ido a USA y las posibilidades que vengan a Chile son ínfimas. Como dije en el párrafo inicial, es una de las muchas bandas que sé que no veré en vivo, pero está bien. Su música me gusta mucho, y mientras haya buenos audífonos, The Novembers acompañará.

A fines del año pasado, veo que en Twitter publicitan dos conciertos que harán en Tokyo en abril 2023, y me digo a mí mismo "ufff, qué ganas de ir". Luego recordé que tengo un par de lucas guardadas, que la vida es para vivirla y que qué tanta weá si me voy a morir igual, y comencé a buscar pasajes y cuánto saldría ir a Japón. "¿Qué tanto? Si esto igual no es lo más loco que he hecho en la vida" me decía mientras calzaba las fechas. El 11 de abril (fecha del concierto) era el día inamovible, y lo demás era usar mis días libres del laburo para inventarme unas vacaciones en Japón. Pasajes comprados, hotel en Shibuya listo, memoricé dónde quedaba el lugar del concierto (LIQUIDROOM) con respecto a mi hotel, y estaba todo listo.

No tengo idea qué dice ahí

Llegué a eso de las 4 pm (hora local) a Tokyo, y después de los trámites propios de llegar a otro país, tomar el tren y llegar al hotel, ya eran las 7 pm y me puse a caminar por el barrio. Estaba como a 10 minutos de Shibuya (donde está la esquina esa donde mucha gente cruza la calle), y a 10 minutos de LIQUIDROOM, mejor ubicado imposible. Podría contar cómo fue la experiencia y las vacaciones en Tokyo, pero esto no pretende ser un blog de viajes. Sólo decir que escuchar SHIBUYA Morning estando en Shibuya es un sentimiento mágico.

El resumen de la semana en Tokyo es que la ciudad es muy grande, Digimon la retrató muy bien, y la gente anda mucho en bici. Listo, llegamos al martes 11 de abril.

Tuve un problema con mi entrada online (gracias inoperancia trans-hemisférica) pero no hubo ningún drama en comprar ahí en puerta, y entré a LIQUIDROOM. El local era +18 por venta de alcohol. Por sobre la entrada había una tarifa extra de 600 yenes (¿$3000?) que había que pagar en la puerta y eso equivalía a un vale por algún trago. Me dieron una chapita que decía LIQUIDROOM y eso lo podía canjear por la bebida que quisiese. Qué iba a andar tomando, ¡yo vine a un concierto!

Las luces se apagan, y mi chileno interior quería gritar y hacer los "ooooh ooooh" que caracterizan a nuestra nación, pero los nativos estaban en silencio. Aparece el cuarteto al escenario, Yusuke levanta el puño en plan "wena cauros! :D" y un par de personas reaccionamos. Comienza "かなしみがかわいたら Kanashimi Ga Kawaitara". Esa canción la habían sacado literalmente la semana previa, así que no tuve oportunidad de oírla antes. Mi primera reacción con esta balada fue ahí en vivo, Yusuke canta los primeros versos (que oportunamente son "kanashimi ga kawaitara") y suena pero es que idéntico al disco, idéntico. No se le va ni una nota. Hacia mediados de la canción empiezan los pedales de guitarra y Yusuke volviéndose más loco con sus gritos y falsettos. El show podía acabarse ahí mismo, yo ya estaba feliz: con saber que la voz suena idéntica al estudio y que la guitarra tiene toda esa distorsión hermosa del shoegaze yo ya era feliz.

La primera canción se desvanece y en el proceso comienza el riff inicial de "Hallelujah". No es exagerado decir que "Hallelujah" es la responsable que The Novembers me comenzó a interesar hace cuatro años atrás, y que si bien hay muchísimo en la discografía de la banda que me gusta, es "Hallelujah" la que empezó todo. Y ahí estaba, sonando en vivo. Acá los nativos me tendrían que perdonar, porque con mascarilla y todo yo iba a gritar los "lala lala la-la" con la vida. Esto de no hablar japonés me impide harto el chillar a coro con el vocalista, así que tenía que aprovechar cada oportunidad. Con "Hallelujah" se me salió el fan de conciertos chileno que llevo dentro.

Hay jueguito con las luces y otras cosas pasando en el escenario, pero en general son bastante modestos hasta que empieza "236745981". Es una canción que parte con un riff agresivo, calmarse un poco en las estrofas y reventarse con todo en el coro donde Yusuke se manda su grito. Eso es en audio, pero en vivo el coro es además un flasheo de luces estroboscópicas que estoy seguro bordearon la epilepsia. Y ahí el cuarteto como si nada mientras todo explotando en todos lados.

Al final de otra canción la banda juega con las inconfundibles notas de mi canción favorita de ellos: "Rhapsody In Beauty" y ahí mi vida ya no podía ser mejor. El setlist fue impecable (de lo que conocía al menos), y cierran el show. Aplausos varios, ausencia de "ooooh ooooh" pero al menos los nativos están aplaudiendo harto. Sale la banda nuevamente y Yusuke le habla un rato a la audiencia, cuenta un par de chistes, y dice "domo arigatou" varias veces (fue lo que le entendí).

Termina la última canción, aplausos, y el show se acaba. Me acerco a la reja y pido si me pueden pasar el setlist a un tipo que se veía occidental, me dice "sorry hermano no podemos", y una japonesa se me acerca y me dice que la banda sube siempre a Twitter el setlist, y me mete conversación. Mary me traduce lo que dijo Yusuke en el encore, contando la historia de "Kanashimi Ga Kawaitara", la canción que abrió el show. A Yusuke le costó componerla porque fue su primera canción post-pandemia, y que no sabía si aún tenían lo necesario para seguir haciendo música. Hasta que una tarde de la nada le llegó la letra y la canción se armó sola después.

Salí disfónico y sopeado del LIQUIDROOM, y feliz. Convencido que volvería al día siguiente. ¿Siguiente dicen? Si pusieron atención párrafos atrás, dije que The Novembers había anunciado dos fechas en Tokyo, la segunda era el 12 de abril, al día siguiente. Aunque fuese el mismo setlist, yo iba con todo. Si viajé a la concha de la lora por verles, iría feliz dos veces.

Segundo día, misma rutina. Se apagan las luces y ahora la gente sí es un poco más motivada cuando sale el cuarteto. Comienzan con otra canción esta vez, y sólo "Kanashimi Ga Kawaitara" se repitió en toda la segunda noche.

Y fue genial, porque salieron canciones de sus últimos discos Angels y At The Beginning (2020) que no habían sonado la noche anterior. Ahí me di cuenta lo mucho que aprecio versos que sí puedo corear, la canción "Bad Dream" con su coro que es "You're waking from a bad dream!" fue la vez que pude acompañar a Yusuke cantando.

Misma historia que la noche anterior: Yusuke da unas palabras en japonés antes de abrir el encore y despedir la noche, y esta vez cierran con la mismísima "いこうよ" ("¡Vamos!"), la canción final del discazo que es Hallelujah. Que además del valor emocional de ser la canción final del concierto, la canción final del disco con la que los conocí, es también pedal sobre pedal y explosión de sonido sobre explosión de sonido. Imaginen MONO o Explosions In The Sky y agreguen un tipo gritando.

Yusuke es un cantante impecable y occidente seríamos un lugar más feliz si más gente lo escuchase, no tiene nada que envidiarle a bandas que acá llenan Lollapaloozas y Readings. Hirofumi es un bajista al que no se le va una nota y sabe perfecto cuando construir, destruir y estallar sus paredes de sonido. Ryousuke un baterista que en 90y algo minutos pasa de una rabia Nirvana hasta unas baladas Slowdive preciosas. Y Kengo...oh, hermano, Kengo es un guitarrista que mientras los pedales están distorsionando el final de una canción, él aún con guitarra en mano va donde el roadie y cambia su guitarra para el próximo tema y hace que las dos suenen simultáneamente.

Viajé 17,000 km a Tokyo para ver a una banda. Valió cada yen.

Y por si motivé a alguien, aquí en Spotify dejé una playlist con algunas canciones de The Novembers que me gustan.

Saludos a la Cata, gracias por las traducciones.

sábado, 1 de abril de 2023

Ash Ketchum de Pueblo Paleta

Estábase yo perdiendo neuronas en redes sociales, cuando veo un tweet de Pokémon Official celebrando una victoria de Ash, que al fin es campeón mundial. Me llamó la atención que dijese "campeón mundial" pero no le tomé mayor importancia. Durante el día vi más y más noticias, screenshots y revuelos. Y ahí sí me comencé a interesar, y después de un par de googleos entendí que esto no fue cualquier liga de barrio periférico (como esa tontera de Alola) sino algo importante. Y lo que vino después fue aún mayor.

Pero antes de eso, hay que remontarse un par de años al pasado. Varios años. Más de 20, en verdad. Esta es mi historia con el pequeño Satoshi. Ash Ketchum, de Pueblo Paleta.

1999, yo estaba en segundo básico. Entre mis compañeros escuché esta cosa llamada "Pokémon" que daban en el Chilevisión y que era otra serie japonesa como Dragon Ball y tal. Tanto hablaron que me dije "ya, busquémoslo después del colegio". Me acuerdo de ver a este cabro chico llamado Ash queriendo enfrentarse a un tal líder de gimnasio con su compañero Pikachu que se me hizo harto simpático. Lamentablemente para Ash, ese líder de gimnasio tenía una serpiente de roca gigante que le trajo hartos problemas, y el episodio revuelve en Ash y Pikachu superando ese desafío. Mi yo de 8 años apenas procesaba lo que estaba viendo, y me hice fan.

Los meses siguientes fueron la Pokemanía, y creo que sólo quienes la vivieron pueden entender qué era no poder caminar dos cuadras sin ver algo de Pokémon. He visto gente compararlo con el K-Pop, Yu-Gi-Oh!, Bratz y Minecraft, pero aún no llega otro producto tan transversalmente presente en la sociedad que hasta el mismísimo Papa lo recomiende, que sea portada de la revista TIME, y de otros acolados que tuvo Pokémon en esos años. Y Ash y Pikachu estaban al centro de todo -para bien y para mal-. ¿Te acuerdas de Pikablu?

Durante los 2000s, Pokémon perdió fuerza y la Pokemanía finalmente cesó. Ash y Pikachu dejaron de oírse en los patios del colegio, y comenzó a ser uncool y nerd el ser fan de la serie y franquicia. Y acá no es sólo crecer: convengamos que lo repetitivo de la serie se hacía pesado, y uno siendo pobre como rata no andaba para comprar consolas y juegos, y la piratería post-era DS era más engorrosa. A inicios de los 2010s, los millennials ya estábamos alcanzando varios la mayoría de edad o los primeros empleos (así que éramos rentables), y en el cinismo de la adultez nos dimos cuenta que añorar los buenos años era algo sano y positivo, y recordamos Pokémon. Incluso antes de Pokémon GO (del que escribí un coso hace unos años), el revival que comenzó a tener Pokémon fue lindo de ver, ver adultos compartir sus historias de infancia, y los cachueros que guardaban desde ese entonces. Mi guía de los primeros 150 aún está ahí entre mis cajones, ni decirte mis juegos de N64, Transfer Packs y juegos de GB. También florecieron las redes sociales, y comencé a conectar con fans de otros lados del mundo (o incluso gente random) con la que terminas hablando de Venusaur o Snorlax.

"The Summer of Pokémon GO" en 2016 es mencionado por algunos como el momento que más cerca estuvimos de alcanzar la paz mundial, y lo creo. Para nosotros fue invierno, pero el efecto era el mismo: el planeta estaba jugando Pokémon de nuevo. Sí, ahora como adultos podemos reconocer que Niantic y The Pokémon Company crearon un modelo de negocios primero, una app de celular después, pero que fue lindo, lo fue. Incluso para mí que nunca lo jugué.

Entre medio, salen series bien queridas de Star Wars, Craig Bartlett logra hacer la segunda película de "Hey Arnold!" (de la que escribí un coso hace unos años), Digimon cierra un ciclo con Last Evolution Kizuna, y la pandemia que creo a varios nos sacudió a niveles personales y emocionales. Con todo eso pasando, llegamos a 2022 y la recta final antes de los nuevos juegos de Pokémon Scarlett & Violet, y Pokémon Official sale con ese tweet.

De haber pasado hace 15 años atrás, fácilmente habría buscado en MCAnime o alguna página afín por un capítulo subtitulado, pero en esta era del streaming y Crunchyroll fue bastante difícil dar con el episodio. El antivirus saltaba como loco, pero finalmente hallé los cuatro episodios de esa batalla final, y fueron una carta de amor a los fans de 5, 10, 15 o (como yo) 20 años de las aventuras de este par. ¿Lloré? Obvio. Ahí estaba, Ash siendo campeón mundial.

Ese mismo día se anunció la noticia que sacudió internet dos veces en un día: Ash se jubilaba. Harían 11 episodios más que cerrarían el ciclo con Ash y la próxima serie iniciará con nuevos personajes. Desde Veronica Taylor (voz original de Ash en USA), pasando por Gabriel Ramos (voz original de Ash en latinoamérica), compañías de tecnología e internet, Junichi Masuda (presidente de The Pokémon Company y uno de los desarrolladores del primer videojuego) y fans en todo el planeta, todos se sumaban a felicitar a Ash y Pikachu, y hablar de las muchísimas emociones de verlo partir.

Los últimos 11 episodios fueron bonitos. Un parto de hallar en esta era del streaming, pero al fin terminé encontrando un fansub que lo subtitulara. Los reencuentros con Misty, Lapras, Squirtle y Pidgeot los esperé desde que tenía como 12 años, y fueron un buen recordatorio de la fascinación y descubrimiento que era ver el nuevo episodio todos los días después de llegar del colegio.

(fanart por @YKR_enishino52)

Ash comenzó su viaje hace 26 años (...dios mío) diciendo que quería ser el mejor maestro Pokémon y atraparlos a todos. El último episodio lo tiene a él conversando con Pikachu y que su nuevo objetivo es hacerse amigo de todos los Pokémon del mundo. Y siento que esa frase refleja el cambio que tuvo Ash (y nosotros) en todo este viaje. Arriesgarse a ser bombardeado para salvar a Squirtle, hacer escudo humano para proteger a Pikachu, casi morir de hipotermia en una cueva nevada, pararse entre medio de Mewtwo y Mew, derretir con sus manos a Charizard, y cientos de cosas más

Desde que nací que Nirvana y Transformers han estado ahí afuera. Pero tengo la suficiente edad para recordar una era antes de Pokémon, de la misma manera que mis viejos se acuerdan de la era antes de Nirvana, y mis abuelos antes que la humanidad llegase a la Luna. Habemos una generación entera que fuimos marcados por la Pokemanía y las aventuras de Ash, Misty, Brock, Pikachu, Jessie, James y Meowth. Y la semana pasada esas aventuras llegaron a su fin, con Ash y su nuevo objetivo, junto a Pikachu corriendo en un campo de flores de cerezo. Una era de 26 muy locos años llegó a su fin.

Sayonara, Satoshi.

Hasta siempre, Ash.

jueves, 9 de marzo de 2023

Fui a la disneylandia de Europa. Y eso no es un cumplido

Según esta gente que estudia el comportamiento y consumo de las personas, los millennials y Gen Z pagamos bocha de dinero por vivir experiencias únicas, y eso es lo que marca nuestro consumo en turismo. No es sacarse la selfie en la Eiffel, es la experiencia de sentirse en París y entre medio ir y sacarse la selfie en la Eiffel. Mi generación y la que me procede pagamos muchísimo por una buena foto en París, o ir a Disneyworld y sentirse en ese mundo mágico, o el parque ese de Harry Potter donde te sientes en Hogwarts, o Star Wars Galaxy's Edge donde puedes vivir la experiencia de volar el Halcón Milenario, y así sucesivamente.

De ahí nace el término disneyficación, que es cómo un espacio se transforma en un figurativo parque temático para acomodar la rentabilidad de darle una experiencia a sus visitantes. Las calles, la iconografía, los sitios turísticos, todo. París es excelente ejemplo, y no por nada los turistas japoneses tienen el Síndrome París cuando se dan cuenta que la capital francesa no son esos jardines eternos con torres feas y cafés carísimos. 

Pero no les quería hablar de París hoy. El año pasado tuve el privilegio de conocer la capital de República Checa donde sentí esto mismo, les quiero contar mi historia en Praha.

(Y sí, le diré Praha porque mínimo referirme a ella por su nombre nativo. Praga no pega igual)

Praha tiene 10 subdivisiones (Praha 1, Praha 2, Praha 3, etc.), que a su vez se dividen en 22 sub-subdivisiones administrativas y lalalá. Todo lo que te imaginas cuando piensas en la "ciudad de las mil torres" está muy probablemente en Praha 1 y Praha 2, la parte más turística y visitada de la ciudad.

Mi aventura en Praha comenzó varios meses antes de partir, cuando buscando AirBnbs baratos hallé una pieza privada cerca del parque Karlovo náměstí. Me acuerdo que llegué tipo 17.30 a la estación central, y por los bellos adoquines blancos fui arrastrando mi maleta hacia el AirBnb. Me duché, me comí el chocolate de cortesía que me dejaron (<3), y fui a darme una vuelta por el barrio cuando el atardecer pasaba a noche.

Las calles medievales eran adornadas por una mezcla de faroles medio barrocos y postes de luz más toscos y funcionales. Los cables y rieles de los tranvía te indicaban cuáles eran calles principales y cuáles callejones recónditos. Habían restaurants de variados presupuestos, joyerías, tiendas de vestidos, dulces típicos, cajeros automáticos y más. Los edificios de ventanas y techos adornados con diseños que mi guachaca ser no reconocía, terminando en fachadas de cemento o ladrillo bonito y bien mantenido, y los adoquines de las calles y veredas contribuían a que caminar en Praha fuese una experiencia en sí misma. Sólo interrumpida con alguna esquina donde yo me detenía a leer los nombres de las calles porque ese idioma es tan raro que llega a ser chistoso.


Parecía que en cada esquina había un edificio histórico, aunque fuese sólo un café a sobreprecio o un cajero automático. De chiripazo llegué a Prašná Brána, que después aprendí es una de las torres más famosas de Praha, construida en el medioevo y con un chirrión de historia que qué iba a saber yo, estaba ahí como quien ve cualquier plazoleta en cualquier población. Inconspicua, con una calle unidireccional pasando bajo la torre y una rotonda a su lado.

Estos últimos párrafos parecen que fuesen una novela de misterios de pésima calidad, sí sé. Pero cuesta narrar una caminata por Praha sin ponerse poético porque te sientes inmerso en un muy estéticamente agradable remix de edificios medievales, infraestructura soviética, tiendas de llaveros y postales, y la "modernidad" de las ciudades europeas con sus autos eléctricos y Lamborghinis entre medio.

Día dos. Me sentí super URSS tomando un tranvía que me llevó al castillo real de Praha, Pražský Hrad. Ahí conocí una palabra que me acompañó toda mi estancia: pokladna, boletería. Los jardines eran de libre acceso (y yo como buen chileno encontré la entrada más escondida, lejos de los buses de turistas), pero las partes más importantes del castillo estaban tras una pokladna, y uno será turista pero también es rata.

Hablando de turistas, estaba infestadísimo de ellos. Y ya, es una ciudad turística, lo entiendo perfectamente (...y yo era uno de ellos). Pero entre las pokladna que no eran pocas, los vendedores con sus llaveros e imanes para el refrigerador, y los guías turísticos ordenando sus buses, se diluía la magia de la caminata nocturna anterior. Salí del castillo y la bajada del cerro fue caminar por calles que me recordaron a lo mejor mantenido de los cerros de Valparaíso: pero en lugar de casas y almacenes de barrio, eran restaurants, tiendas de souvenirs, bares y casas de cambio. Y muchísima gente.

El metro de Praha tuvo la genial idea de poner arriba de las estaciones los hitos turísticos y cívicos cercanos a dichas estaciones. Ahí vi la estación Flora y Google Maps indicaba un parque cerca. Estaba cansado, me dolían los pies, y los turistas me estaban cabreando ya. Fui al parque. Llegué a Olšanské Hřbitovy y conocí mi segunda palabra en checo: hřbitovy, cementerio. Yo inocente palomita pensé que era un gran parque abierto para echarse y recuperar energías (por algo la estación aledaña se llama Flora), así que imaginarán mi cara cuando empecé a ver mausoleos y estatuas de ángeles. Seguía cansado así que pedí permiso (no creo en lo paranormal pero tampoco tentaré mi suerte), entré, me eché en una banca y por supuesto que mientras estaba ahí se me acercó un cuervo que empezó a graznar. POR SUPUESTO.

 

La caminata entre el cementerio y mi Airbnb fue otro highlight del viaje. Ahí vi una porción de la Praha que vive y funciona allí. Habían tiendas de kebab, pizzerías a precios más asequibles, lavanderías, y tiendas que uno esperaría encontrar en lugares donde vive/trabaja gente, no donde turistea. A medida que me acercaba a mi Airbnb, los bares incluían más inglés en sus menús, las tiendas más modestas daban paso a cafés y restaurants más elaborados, y reaparecían las tiendas de souvenirs. Y volvían las pokladna

Praha es super bonito, lo seguiré diciendo. Pero es loco cómo la parte turística es tan turística. Me acordé de historias de neoyorquinos que evitan Times Square como la peste por lo patológicamente turístico que es ese sector, como en Santiago evitamos el Sky Costanera y el Patio Bellavista, y que en el verano viñamarino la gente de Viña se arranca de Av. Libertad. Me daba la sensación que los checos también evitaban Praha 1. Me generó ruido, y me puse a googlear una vez que volví a Chile.

La idea de AirBnb es linda en teoría: prestas una parte de tu casa para hospedar a alguien por un par de días, o prestas tu propiedad completa un par de semanas en verano cuando tú no estés. Sin embargo, es fácil caer en el muy rentable vicio de convertir una propiedad entera para arrendarla vía AirBnb o servicio similar. Y aquí no se trata de "hola, arriendo depto" como pasa en Santiago, en donde la mayoría de los arrendatarios son estudiantes, trabajadores o gente que se quedará por un tiempo prolongado. Son turistas, personas que se quedan por un par de días y fin.

Es mucho más rentable este modelo, y eso genera que progresivamente más arrendadores opten por convertir sus departamentos en piezas para visitantes de pocos días, reduciendo la disponibilidad de casas a precios razonables, aumentando dividendos, aumentando la tentación de arrendar por poco tiempo, y el ciclo vicioso sigue. Pre-pandemia, Praha tenía entre 3,500 y 5,000 domicilios destinados a estos arriendos, y de esos la enorme mayoría está en Praha 1. Y si es que nos queda la inocente duda que quizás AirBnb era de verdad casas que prestaban una pieza (el espíritu inicial de la plataforma), más del 75% de todos los AirBnb en Praha son departamentos enteros que han sido reacondicionados. Nadie vive ahí, sólo hospeda un par de días.

Esto deriva en otro problemón: Como la mayoría de quienes están en el centro de Praha son turistas, las tiendas para residentes (como las que vi yo en Flora: almacenes de barrio, verdulerías, lavanderías, peluquerías, etc.) son desplazas por cafés bonitos, restaurants caros y tiendas de souvenirs. Terminas así con una ciudad preciosa y tétricamente adaptada para nosotros, no para los praguenses. Es un Disneyworld.

Incluso si es que un dueño quisiese ser radical y arrendar "mínimo tres meses" o algo así, ¿quién llegaría? ¿Querrías tú vivir en un barrio lleno de turistas que hacen fiestas todas las noches (y les importa poco porque se van en tres días más)? ¿Donde la verdulería más cercana la tienes a 20 minutos en tranvía porque no hay nada en tu vecindario?

Nunca conocí al dueño de mi AirBnb. Por lo que sé, él puede ser un magnate extranjero que se compró todas las residencias de la cuadra donde yo alojé, y adaptó todo a AirBnbs de diversos lujos para acomodar distintos presupuestos de turistas. Porque personas así existen y depredaron el centro de Praha.

¿Cuál es la solución? Regular la situación habitacional en Praha. "Cómo" es la siguiente pregunta, y obviamente no tengo la respuesta. No sé si alguien allá la tenga. Reitero lo que dije antes: Praha es super bonito, pero al segundo día te genera una extraña sensación medio uncanny valley que estás en un parque temático quirúrjicamente diseñado para ti turista, y no en la viviente capital nacional de un país.

Si algún día van a Praha, no se pierdan caminar por sus barrios medievales, sus calles de adoquines y sus mil torres. Pero también vayan a las partes no tan turísticas, esas donde los checos de verdad viven. Y no sean como yo, no arrienden un AirBnb.

Y vayan a Olšanské Hřbitovy, aprovechen que no tiene pokladna. Pidan permiso antes de entrar eso sí, y cuidado con los cuervos.

Saludos a Azad Kebab que me dio un kebab gigante y repleto de todo, y me logró entender a pesar de mi total incapacidad de hablar checo.

jueves, 13 de octubre de 2022

Saquemos los autos de Santiago. Parte II


Hace bocha de tiempo hice un post llamado "Saquemos los autos de Santiago" en este blog que nadie lee donde cité un par de puntos de por qué los autos destruyen ciudades, y plantié la tesis que es el título de ambas entradas. El post es largo (y un par de partes me quedaron enredadas, perdón), pero en resumen es que al hacer más calle para meter más autos, estás sacando a la gente de dichas calles. Y al sacar a la gente, también terminas devaluando (y luego sacando) lo que había al lado de esas veredas: casas, comercio, servicios, etc. Y sigues metiendo más calle y sigues metiendo menos ciudad. A eso súmale todas las problemáticas ambientales, atmosféricas, sonoras, lumínicas, de status, económicas, viales, etcétera, de los autos y tan tan.

Terminé en un cliffhanger donde dije que venía la parte 2 donde diría qué podemos hacer, y es menester terminar dicho cliffhanger. Así que acá hay un par de cosas (de diverso nivel de realismo mágico) sobre las propuestas que yo, un simple mortal que no tiene poder de decisión (salvo votar por alcaldes cada cuatro años), no hizo un estudio acabado de la geografía santiaguina, y que sólo tiene a mano estadísticas googleables y un par de gente más seca que yo en YouTube, propone para hacer de Santiago una ciudad más vivible.

Vamos por partes, como Camiroaga.

[Disclaimer: Daily Commute o Commute es concepto en inglés para decir "viajes diarios (usualmente a tu casa, escuela o la pega)", onda "I am commuting by bike" sería "Estoy yendo a mi pega/clase en bici". No existe una palabra para commute en español (porque no es viaje como tal. Un viaje es más genérico, mientras el commute hace directa relación a ese viaje recurrente que haces de A hacia B todos los días), y me da paja decir "viaje diario a la pega o escuela" todo el tiempo, así que diré commute]. 

♫ Todo es mental ♫

"Todo cambio parte por uno mismo" es una weá tan pilarsordiana que es casi ofensivo plantearlo como solución real. Pero pucha: en parte sí lo es. Al día se hacen unos 9,000,000 viajes en transporte privado en Santiago. De esos, 500,000 duraron menos de un kilómetro. Camínalos.

De los 8,500,000 restantes hay 4,000,000 que duraron menos de 5 km. Aquí entra el usar una bici, el seguir moviendo las patitas y demorarse un poco más, tomar una micro, qué sé yo. Según Google Maps, entre Baquedano y La Moneda hay 2.2 km, que se recorren en:

  • 26 minutos caminando.
  • 12 minutos en micro.
  • 09 minutos en auto.
  • 09 minutos en metro.
  • 07 minutos en bicicleta.

Estas opciones no las digo sólo para presumir las ventajas de estar en el centro donde hay harta conectividad, y refregarle en la cara a mis amigos periféricos que ellos no pueden optar a esto. Bueno, en parte sí. Pero también creo que 2.2 km es una distancia a la que nosotros nos enfrentamos habitualmente, y el entender que se puede hacer sin un motor particular es un cambio mental y cultural.

Parafraseando la historia de un cabro en Reddit, tenían una comida familiar un domingo y un pariente se vino en auto desde una distancia no muy distinta a la Baquedano-La Moneda. El taco lo agarró y después le costó encontrar estacionamiento. Sí es cierto que pariente tuvo aire acondicionado y su playlist todo el trayecto, y eso es más cómodo que caminar con 30° sin sombra. Pero la ineficiencia de haber metido una caja metálica de 2 toneladas en calles congestionadas por una distancia abordable a pie también es un factor a considerar.

Me alejo un poco de la planificación urbana y me meto en la psicología, porque también es cierto que caminar y cletear nos hace bien a la salud mental. En el estudio del link, caminar y tomar la micro por 25 minutos dan los resultados más agradables, aquí somos felices en nuestro commute. Y me parece razonable: ¿tomar la micro 9 minutos para cruzar de La Moneda a Baquedano? Tranquilo. ¿Tomar la 216 que va desde La Pintana a Manquehue durante (afírmate) al menos 65 minutos? Mis respetos a las y los trabajadores de La Pintana que se maman ese commute todos los días.

Al revisar los autos, un commute de menos de 30 minutos haciéndolo solo también es agradable según el estudio, mientras que más de media hora el commutar es progresivamente más miserable para el conductor, especialmente si hay tráfico (una condición base en Santiago). Commutar con alguien (1313) siempre resulta placentero. Y concuerdo: reírse de la miserabilidad compartida que es estar en un taco a la salida de la autopista se pasa bien porque te estás riendo con alguien.

København, la capital danesa que no me acuerdo como se escribe en español porque I'm such a diva, tiene una tasa de daily commute entre el 50 y 60% de viajes hechos en bicicleta en pre-pandemia. No es esa LA razón por la que Dinamarca es de los países más felices del mundo, pero no me vas a negar que contribuye.

"Ay pero eso es casuística" dirás tú. No. El 50% de los viajes hechos en Santiago son menos de 5 km. No es descabellado pensar que un cuarto de los commutes automovilísticos en la capital pudieron haber sido caminados o cleteados, y el otro cuarto micrado o metrado. Ahí al tiro se te fue la mitad. No voy a hablar de la gente de La Pintana que commuta a Manquehue, ni los de Maipú que van a Tobalaba. A ese 50% de menos de 5 km sí les echo la culpa, porque haber tomado una alternativa significaba un 50% menos de autos en las calles (y alivianar la carga del otro 50%), lo cual es excelente paso para mi segundo punto.

El auto eléctrico salva a la automotora, no al planeta


El Ioniq sí es más ambientalmente amigable que un Spark o un Elantra all things being equal, sí. Pero las cajas metálicas de 2 toneladas son, por definición, ineficientes a la hora de mover personas, y por tanto pésimas para un commute que es lo más probable que lo uses en tu día a día. En USA, el promedio de personas por auto son 1.5; ni siquiera alcanzan a ser el conductor + un pasajero en los 1,100,000,000 commutes diarios que toman los gringos. Y de esos, el 69% (nice) fue hecho en zonas urbanas donde muy posiblemente hallemos el dilema de mi punto anterior. Metiéndole dedos a la calculadora, al día se mueven 1,139 millones de personas en zonas urbanas en gringolandia. Y ahí la imagen de arribita cobra sentido, ¿o crees que esa cantidad de commutes no se pudieron haber hecho más eficientemente en otro medio de transporte?

Se está presionando harto por la electromovilidad y sí está bien desde un punto de vista de GEI (Gases de Efecto Invernadero), cambio de matriz eléctrica y otros beneficios que tenemos que hacer. Pero estás sólo solucionando un problema de emisión de gases, no un problema de calles colapsadas, de contaminación acústica, de ciudades desoladas para sus residentes y de paupérrima planificación urbana. 60 personas en 45 autos son un pésimo uso de espacio, sean estos Ioniq, tu city car bencinero más eficiente, o un auto que funciona con magia y no requiera combustible.

Rediseñar las esquinas

Esto es entre psicológico e ingenieril y lo hallo bien importante también. Cuando tú, peatón, llegas a una esquina, es probable que debas bajar por la cuneta a la calle, cruzar dicha calle, subirte a la cuneta contraria y seguir tu camino. El mensaje es simple: yo peatón no soy bienvenido en este terreno donde deben transitar vehículos, y posiblemente haya señalética (paso de cebra, semáforo) para indicarme cuándo y por dónde tengo permiso.

Luego tienes ejemplos como Padre Mariano esq. Andrés Bello en Providencia (que me dio flojera ir y sacarle foto, así que ahí Google Street View). Aquí la esquina subió a la altura de la vereda y eso te invierte de inmediato los roles: es ahora la caja de acero de dos toneladas la que se debe elevar a la altura de los seres civilizados (y es un lomo de toro gratis así que tienes que frenar), y desde esta posición incómoda verificar si puede tomar la avenida principal. ¿Podemos ir más allá? Siempre se puede ir más allá. Que lleguen los neerlandeses:


¿Por qué en la Ruta 5 tú puedes rajar a 150 km/hr? Porque:

  1. Tu carril es lo suficientemente ancho para manejar al lado de otro auto a 150 km/hr y que ambos tengan espacio entre sí para maniobrar.
  2. Las curvas son lo suficientemente suaves para tomarlas a esas velocidades.
  3. Hay muy pocas salidas y entradas, por lo que es improbable que algo se te cruce.
  4. Y si lo hace, tienes a ambos lados amplia visibilidad para ver cualquier cosa anómala.
  5. Eres un imbécil y no te importa la irresponsabilidad de estar manejando por sobre el límite permitido.

Si progresivamente quitamos los primeros cuatro puntos, el último desaparece solo. Porque si bien hay un grado de imbecilidad en ir sobre el límite de velocidad, también es porque la infraestructura te lo permite. Métele semáforos, gente saliendo de su estacionamiento, niños cruzando, bicicletas, árboles que obstruyen la visión lateral, vans vaciando sus cargas (...ya saben, una calle) y por psicología el conductor bajará la velocidad.

La genialidad neerlandesa le puso obstáculos premeditadamente a la calle para hacerla más incómoda y bajar aún más la velocidad en las esquinas. O sea, no son obstáculos, es infraestructura pensada para el peatón y como (muy deseable) efecto secundario obstaculiza al conductor. A ver, me enredé. 

En Chile es normal que una esquina culmine en una cuneta con línea amarilla donde no se puede estacionar para que el auto tenga visión. Este es "espacio gratis" para el conductor porque él se puede poner ahí sin problema a ver cuándo puede hacer un viraje seguro, incluso bloqueándonos el paso de cebra u otra complicación para los peatones. Países Bajos solucionó eso cubriendo la línea amarilla con una extensión de la vereda. Así, los peatones estamos en la vereda hasta el último momento, y el auto que se nos viene perpendicular no sabe qué tiene hasta que llega a la esquina. ¿Resultado? El peatón está con más confianza de cruzar y el auto debe frenar porque no sabe qué hay más allá.

En el caso de calles grandes en doble sentido, Países Bajos pone un bandejón ancho para que el peatón pueda parar a mitad de camino. Las vías exclusivas de Transantiago en Santa Rosa y Grecia se aproximan, pero podríamos hacerlas un poco más anchas para que bicicletas y coches quepan con más comodidad. La Alameda donde el bandejón es tan ancho que hasta carpas caben es llevarlo al extremo, pero sigue en el mismo principio: meter más infraestructura en la calle para hacernos la vida más fácil (y segura) a peatones y ciclistas inevitablemente le quitará espacio a los autos y les hará reducir la velocidad, que es lo que queremos.

¿Y por qué queremos que el auto vaya más lento? ¿Sólo para que no nos mate la potencial colisión? También. Queremos que vaya lento para que el viaje en auto sea indeseable. Recorrer a 150 km/hr entre Baquedano y La Moneda te demoras menos de 1 minuto. A medida que se hace progresivamente más lento y más indeseable, verás alternativas. Y cuando llegas a los 5-10 minutos, bicicleta y transporte público se hace más viable que el auto en ese tramo. Y así para cualquier viaje: ir en auto es cómodo, y hay que hacer tanto las alternativas más agradables como el ir en auto más desagradable. 

Toco madera al escribir que yo tengo mis dos patitas super funcionales, y puedo cruzar la esquina de Baquedano hacia Pío Nono sin mayor inconveniente. Pero, ¿y si no? El diseño neerlandés es super amigable con personas de movilidad reducida: nunca bajan a la calle (ésta sube hacia ellos), tienen semáforos con luces verdes super generosas para ir desde la cuneta al bandejón central, sólo se fijan en una dirección de autos a la vez y, al llegar al bandejón central, vuelven con seguridad a la calle (sin bajar a ella) para llegar a la cuneta siguiente y continuar su camino. 

Acá tenemos cunetas que bajan más empinado (al punto que a veces necesitas vuelito para subirlas en bicicleta, me imagino en silla de ruedas), semáforos más cortos, bandejones más angostos, y velocidades de tráfico más altas.

Bicicletas

"Quizás en un futuro las autoridades se den cuenta de los beneficios del uso masivo de la bicicleta para vivir en ciudades más saludables" - Juan Carlos de Bodoque y Vodoque, 4 de septiembre de 2005.


Sí creo que Santiago ha mejorado su cultura ciclista en los diecisiete años desde que salió esta Nota Verde. Pero aún falta harto, Sagrado Conejo Rojo.

Recuperar el tercer espacio

Esto da para largo, así que resumiéndolo: el humano como ser social y esas cosas filosóficas se desarrolla en tres espacios: El primer espacio es la residencia. El segundo es el de actividad diurna (escuela, trabajo, etc.). Y el tercero espacio son los alrededores y lugares donde el sujeto desarrolla sus actividades sociales, interactúa con otras personas de intereses afines, comparte con amistades, etc. Ejemplos de tercer espacios son los cafés literarios, bares, salas de conciertos, cafés no literarios, iglesias, talleres de zumba, etcétera. Aquí el sujeto no vive (primer espacio) ni para la olla (segundo espacio). ...o quizás sí vive. Ah, ¿vieron? Les dije que era filosófico.

Antes de la invasión capitalista yankee imperialista de las cajas de acero de dos toneladas en nuestras calles y avenidas, la calle era un tercer espacio. Desde las polis helénicas donde los weones hablaban en la vía pública, el medievo con los juglares y los cahuines que se contaban en la plaza del pueblo (o cuando guillotineaban a alguien), o el siglo XXI donde para algunos el carrito de sopaipillas es también el espacio de conversar y distenderse, la gente se reúne en la calle, en plazoletas y en otros lados porque para eso están. Por eso se llama espacio público. Y choca con el (ab)uso que las calles llenas de autos sufren hoy.

Times Square en New York era una intersección apestosa y llena de prostíbulos hasta que la transformaron en lo que eventualmente se convirtió la actual: un espacio que privilegia peatones, entretenimiento familiar y un lugar donde se reúne gente. Amsterdam ha estado 50 años correteando autos y estacionamientos, retransformándolos en plazas y centros de reunión. Y Santiago con la popular Ciclo Recreo Vía bloquea tránsito motorizado para darle espacio a peatones y ciclistas.


Es un cierre temporal, pero destacable igual. ¿Y si no fuera temporal? ¿Y si cerramos las calles? ¿Y si cerramos la Alameda?

City Beautiful hizo un video sobre las calles que fueron permanentemente cerradas para autos, en particular "Market Street" de su oriundo San Francisco. La idea nació con limitar autos durante un período de prueba, luego en cierto horario, y luego le dieron con todo a inicios del 2021. También cita otros ejemplos alrededor del globo donde hay distintas magnitudes de limitar autos: hay algunas ciudades que banearon todo y pusieron un tranvía encima, otras que sólo aceptan autos entre las 22.00 y las 06.00, y Market Street que hoy tiene tranvías habilitados, y sueña ser una vía para buses y construir una ciclovía al lado (porque igual miedo andar en bici con micros rajando al lado tuyo). Y acá lo importante: las calles aledañas no colapsaron. El aumento vehicular es despreciable, lo que sí aumentó es la presencia peatonal en la calle, y con eso se revitaliza el comercio local al punto que calles en decadencia por la explosión suburbana lograron sobrevivir mientras sus paralelas murieron (City Beautiful menciona a State Street en Madison, Wisconsin).

Ya, ¿pero en Chile? ¿Cerramos o no cerramos la Alameda?


Para la construcción de la L3 se cerró temporalmente la calle Bandera, y después de un "oye ¿y si...?" a la Municipalidad de Santiago, se decidió cerrar de forma permanente. De los 500 peatones/hora los domingos, el número se triplicó después del cierre vehicular. En promedio, antes se demoraban 90 segundos en caminar una cuadra, y hoy se están demorando 120. Se estima que esto es porque la caminata se puede hacer más tranquila, hay espacios para sacarse selfies y qué sé yo. Y reconozcámoslo: es bastante más agradable caminar por este espacio donde hay más silencio, si ves algo al otro lado puedes cruzar sin peligro, puedes fumarte un pucho en mitad de calle, puedes tomar sol en las esculturas feas que hay ahí y demás. Y a nivel comercial, hay locales que han aumentado hasta un 20% sus ventas.

La Muni no ha estudiado si ha aumentado el tráfico en calles paralelas, pero viendo los casos gringos me atrevo a predecir que no.

No sé qué pasaría si un día a Irací Hassler (<3) o Claudio Orrego les da la weá y deciden cerrar la Alameda para autos privados. Cada tanto se ven diseños de propuestas de mejora a la Alameda: cambiarle el pavimento por adoquines, subir la calle a nivel vereda para priorizar peatones y demás. Pero el modelo no se toca. Creo que los gringos en San Francisco, y nosotros en Bandera y las arterias cerradas en la Ciclo Recreo Vía sí nos dan indicios de qué pasaría si tocamos el modelo. Si sacamos los autos de Santiago.

Como diría Pilar Sordo, todo cambio parte por uno mismo, y viendo a Bodoque hablar del estado de las ciclovías en 2005 y lo que llevamos hasta hoy sí veo que han habido buenos avances. Pero que nos falta caleta, nos falta caleta. Y que hemos retrocedido en varias cosas este milenio, también.


...y pues sí. Si tuvieses una infraestructura vial decente (ni siquiera buena, con decente a muchos les basta), tu daily commute podría ser más corto, más tranquilo, te bajan los niveles de cortisol y estrés, haces ejercicio y te ahorras la membrecía del gym, y no gastas bencina por tener sólo el motor prendido. Y si no es tu caso, el otro 50% de vehículos que no están en las calles sí harían tu commute menos propenso a atraparse en el taco.

Si priorizásemos alternativas de transporte en lugar de ensanchar la calle para un carril más, si pusiéramos trenes en lugar de autopistas, quizás en bici ya hubieras llegado.

Saludos a Dave Amos de City Beautiful, el que inició mi ñoña afición con la planificación urbana.

Ver más 

(iba a poner leer más pero igual creo que es más cómodo ver videos):

Jay Foreman - Why isn't cycling normal in London?

City Beautiful - E-Bikes could change cities forever

Adam Something - Self-driving cars will only make traffic worse

31 Minutos - Peatones

Donoteat01 - Urban Freeways

Not Just Bikes - Crossing the street shouldn't be deadly (but it is)

martes, 27 de septiembre de 2022

Despiértame cuando termine septiembre

Es raro poner en palabras todo eso que pasó el día del plebiscito y todos los días posteriores, pero sí creo que la frase que tengo en el título de esta entrada pululó mi mente esos días. Temazo en todo caso. Pensé en hacer su tradicional paya dieciochera para quejarme, pensé no hacer nada, pensé en simplemente quedarme con las palabras de varios amigos que vociferaron su sentir en las redes insociales.

Pero ñeh. Hace seis meses que no escribo nada acá y uta, mínimo que haga un post al semestre, así que aquí vamos.


Sí hubo una campaña de desinformación tremendas de parte del comando del Rechazo, sí creo que hubo gente que se tragó fake news por weones, y sí creo que hubo gente que por motivos honestos (que podré juzgar la validez de algunos de esos motivos) rechazó la propuesta de nueva Constitución. Pero también vi que, salvo mi lugar laboral porque duh, mi círculo social/de amigos/familiar es bastante Apruebo. Y a ustedes me los imagino de lectores de esto, así que también a ustedes les escribo.

Sí. Fueron días como el forro. Leer las frustraciones y las desolaciones de varios, de quienes han estado luchando por hartos más años que yo, de quienes [valga el dramatismo] me heredaron la lucha social para que mi generación la retome, y que todo se fue en picada en un día. Pero después eso se hizo una rabia contra el mundo que la encontré tan hedionda como la campaña de desinformación: frases como "ya, no esperen nada más de mí. No me sumo a ninguna campaña más!". Arrendadores y dueños de propiedades que """por amabilidad""" congelaron precios durante la pandemia y ahora alardearon que cobrarían en UF y subirían precios acorde. Gente que después de tratar a 3/4 del país como analfabetos imbéciles, decían que se querían ir de Chile y dejar a este agujero pudrirse solo. Incluso compañeros de carrera [esa carrera que se supone apunta a ayudar el medio ambiente] decían que ya no iban a hacer nada, que ellos intentaron luchar por el país, pero en Petorca y Quintero les dieron una puñalada por la espalda y que se las arreglen ellos solos.

(...siempre se las han arreglado solos, pero esa es otra historia)

Esas fueron las cosas que leí también, y esas fueron las que me preocuparon. Pensé genuinamente que éramos más que eso. Sin caer en moralinas weonas, sí pensé que teníamos una escala de valores donde veíamos a las personas como personas, y no como objetos utilitarios donde necesitábamos sus votos y listo. No pensé que amigos que estudiaron en la misma La Pintana que yo, que vieron las mismas carencias en sus vecinos que yo, que vieron el mismo olvido y abandono, la misma garra y energía para autogestionar soluciones porque nadie más lo hacía por ellos, y el mismo utilitarismo de parte de políticos foráneos que yo, iban a decirle "chao rotos culiaos, arréglenselas solos. Yo me voy pa' Alemania" a esas mismas personas en la misma La Pintana que yo vi.

Así que hice lo que siempre hago cuando estoy con la weá o desorientado en el universo: escuchar música. Y no tuve que buscar mucho para hallar comfort: Shane, Rufus y Dave me devolvieron la vida que el plebiscito me quitó.


Como más les vale que sepan, Taylor Hawkins (baterista de Foo Fighters) falleció hace unos meses, y hace un mes Virginia Grohl (mamá de Dave Grohl) también nos dejó. Y el 3 de septiembre, ahí estaban Pat Smear y el mismísimo Dave Grohl dando el concierto de sus vidas, con todo el luto que cargan, con todas las ganas de mandarlo todo a la mierda que (con mucho derecho) deben sentir. Ahí estaba Rufus Taylor (hijo de Roger Taylor. Sí, ESE Roger Taylor), con un look que no puede ser otra cosa que un cosplay de Taylor Hawkins, destruyendo la batería de modos que sé que su papá en el backstage estaba chocho mirando. Ahí estaba Shane Hawkins, dando la vida en memoria de su papá frente a un Wembley lleno.

"Ah pero wn son músicos" dirán ustedes, que esto no es comparable con perder el plebiscito. Pero es gente que en un par de meses perdió gente importantísima para sus vidas, gente que sufrió un vuelco brutal después de dos años que la humanidad tuvo un vuelco brutal. Y ahí estaba Shane dándolo todo en "My Hero", Rufus en "Best of You", y Dave en "Times Like These". Inspiraron a que intentase hacer lo mismo.

Días después me puse a ver Star Wars: Rogue One, y la historia de un par de insurrectos que se enfrentan a un mal tan grande que amenaza con destruir mundos, que lo único que les mueve es la esperanza de que están haciendo lo correcto y que, aunque nadie se entere de lo que hicieron, esto era lo que había que hacer. Sí, esa misma historia, igual me dio un pelito de esperanza en un mes que la ultraderecha se posicionó no como una manga de nazis que nadie pesca ni en bajada (a pesar que concentren el poder mediático y económico del país), sino como una fuerza política que tiene peso en las altas esferas y decisiones que se toman a nivel nacional (y que aún concentran el poder mediático y económico del país). Y ahí me acordé de Diego Luna (actor que hace a Cassian Andor) que hace unos meses habló español en la conferencia Star Wars Celebration que reúne a los nombres más grandes de la nerdósfera starwarsiana. Ahí entre directores y actores famosos, ahí entre la alfombra roja y Baby Yoda, nuestro idioma se escuchó en esos mismos escenarios. Porque igual la representación importa.


Y me empecé a acordar de las muchas series y videojuegos que han cruzado por mi retina y que tocan el tema de mantener la esperanza aún cuando el mundo se fue a la puta misma. Legend of Zelda que es invadido por un mal tan grande que para evitar la conquista del mundo las diosas deciden inundar Hyrule, y en el océano que queda de resultado igual hay un par de cabros chicos que quieren escribir su propio futuro y pedalear un día más por un mañana. Shaman King donde (entre otros personajes) hay un tipo que lo único que quiere es que los humanos vivan en armonía con la naturaleza; sabe que hay gente que no está ni ahí o que derechamente le odia, pero igual él está ahí luchando por su sueño. Pokémon donde hay tres chiflados que todo les ha salido mal los últimos (acabo de revisar) 25 años, y aún así siguen tirando para arriba porque mientras los tres se tengan el uno al otro van a poder seguir adelante.

Y me acordé de mi propia elección profesional, que es una colección de malas noticias y de weones que se creen dueños del mundo, mientras hay un grupo a veces minúsculo, a veces suicidado por grandes conglomerados, que está allá afuera (o ahí dentro en el mundo online) dando una pelea que es más grande que cualquier cifra que Soros, Gates o Musk puedan sacar. Imagina encontrarte con Homero, George o Stephen y decirles que te echaste a morir y que pico, que la gente de Petorca se las arregle por sí misma, que tú te hiciste a un lado.

Estos ejemplos son ficción o romantizaciones de situaciones que no reflejan la realidad. Sí sé. ¿Y? Parafraseo al Kyle de South Park: Sí, Luke Skywalker y el Viejo Pascuero no son reales. Pero han afectado a millones de maneras que muchas personas reales no han podido. Gracias a esos dos hay personas en el mundo que han cambiado su manera de actuar, para bien. ¿Y eso no es real? ¿La importancia que ellos tienen para tanta gente no es real?

No sé. Me gustaría darle una vuelta redonda a este post y decir que en verdad hay cosas que hacer post-plebiscito aunque haya ganado el Rechazo, hayan ganado mentiras fachas, haya ganado una fascista en Italia y la opción "empanada de pino sin pasas" siga ganando adeptos. Pero no la tengo. Tú, estimado lector, quizás sabes (...o sientes) que aún hay cosas que hacer post- todo lo que dije recién. O quizás sí te hiciste a un lado producto de la desolación del 4 de septiembre. Yo entre Foo Fighters, Star Wars, Shaman King y Zelda, decidí que no.

Este fue un septiembre que varios queremos olvidar y despertar cuando acabe.

Hace muchos septiembres atrás, Billie Joe Armstrong tuvo un septiembre tan de mierda que sólo pudo abrazar a su mamá y decirle la frase que hoy pongo en el título de esta entrada. Y años después hizo de esa frase una canción.

...despiértame cuando termine septiembre, que la depresión post-plebiscito termine, y que sigamos intentando poner un minúsculo grano de arena para que esto no se vaya al carajo.


Saludos a Diego Luna.