domingo, 31 de agosto de 2014

Tusen Takk, parte I: "¿Cómo estás?"

El 14 de Agosto este blog cumplió 5 años. Sí, en serio. El tiempo vuela y se les agradece a todos los que han leído esto alguna vez, incluso a la puberta que se quejó por la entrada que hice de Twilight y ella estaba super ofendida. Para celebrar magna fecha decidí iniciar una nueva sección en que narro las existencias que existen. No dejaré de hablar de discos porque es necesario que la gente escuche otra cosa aparte del álbum ese de Coldplay (que...ya, no es malo).

Y sí, de verdad me demoré 15 días en decidir de qué cresta escribir; tiene que ser lo suficientemente relevante como para escribir de ello después, ¿no?. Y ya que estoy a 12.000 km de mi ciudad natal ¿Por qué no hablar de justamente eso? Así que con ustedes presento la primera entrada de esto que he llamado "Tusen Takk". Y es sólo una página de Word, así que no se quejen por lo largo, puta madre.

Y está en Times New Roman, porque me gusta esa fuente.

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Partir (o volver…no sé) a Noruega ha sido frenético. Dos abrazos guachos y a policía internacional. Me perdí en el aeropuerto y cuando volví a parpadear estaba esperando con una impaciencia muy poco disimulada que se abriese la puerta para entrar al avión. Y así empezó esta cosa.


Bueno ya, y me enamoré de una azafata, me vaporicé en Madrid y dije scheiße en Berlín, pero eso realmente no cuenta. La cosa empezó, ese es mi punto.

Para hacer una idea de dónde rayos estoy parado: Aunque Oslo sea la capital de Noruega Santiago no es buena referencia. Es más fácil imaginárselo como Valparaíso. Sácale el olor a urea, lo feo, plántale un par de (muchos) pinos, cuadrúpicale la ppm anual y tienes una aproximación más-o-menos cercana a Oslo. Entre la automotora que vende Aston Martin, casonas del medioevo y un sistema de metro que no funciona (y he vivido cuatro años en Santiago, sé lo que digo) los 454 km² de Oslo se van armando. Y no, claramente no me sabía la cifra. Gracias Wikipedia.


El otro día estaba tirado mirando la no-batería de mi nuevo shuer celular con pantasha tash y alguien me dice “Hi!”. Me vuelvo porque no es normal que acá los nativos te saluden en plan “wena weon como tai!?”. Shakila es nacida en Noruega pero de cultura musulmana. Me hace la pregunta que más me caga en toda la vida: “¿Cómo estás?”. La weá es que en Chile tengo mil maneras de evadir esa preguntita de mierda, pero mis conocimientos de inglés, noruego y body-language no alcanzan para hacerlo en otro idioma, así que obligado a responder con el honesto “no sé” que desemboca en que la persona en cuestión me pregunte que por qué no sé. Y puta ahí cago porque tengo que responderle. 


Y no, “no sé” y “mal” no son sinónimos. Mierda. Decir “no sé” es que no quiero gastar innecesarios segundos de mi existencia en pensar todos los dramas, alegrías, bostezos, pruebas, comidas y perros que se han cruzado por mi vida desde un t0 hasta un tiempo t en que tú me haces la pregunta. Y no respondo automáticamente “bien” por lo mismo, porque tengo un margen de error grande. Eso en español me sale como mi típico discurso quejoso que hago tres o cuatro veces al día, pero al hacerlo en otro idioma de verdad suena como si tuviese depresión crónica. Quizá la tengo, pero ese no es el punto. La cosa es que si bien alcancé a frenar antes de cagarla entera, Shakila si quedó como “¿Estás bien? ¿Pasó algo?”. En ese instante tenía sueño así que logré decir eso y todo bien.

Pero no, no estoy bien. Estoy gratamente ansioso por el ramo de “Contaminants in the Geoenvironment” (ramo de magíster ea ea) porque la clase pasada el profe (que es neerlandés) habló de contaminantes inorgánicos, antecedentes históricos y dejó la historia justo en los contaminantes orgánicos, tema denso en mis tierras nativas. Estoy adolorido porque caminé la vida este fin de semana, estoy pobre por razones obvias (un almuerzo decente en la cafetería de la U bordea las 100 NOK, y eso es barato) y estoy nostálgico porque Inverness, Prehistöricos y Martín Pescador están haciendo sus respectivas giras presentando sus nuevos discos, y yo no estoy allá, estoy acá. 
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Me acuerdo que cuando tenía un fotolog (sí, ¿y qué?) posteaba una canción al final de cada entrada. Ya que estoy celebrando hiper atrasado los cinco años de El Último Aullido de Laika, haré algo similar. Disfrute la canción que estoy escuchando ahora mismo, y saludos a la tipa que me vendió un pan y me habló español porque me cachó al tiro por culpa del acento.